faith
Extractos, traducidos al castellano, del discurso de Gordon Brown en el Congreso de los Estados Unidos (4 de marzo 2009):
Y seamos honestos: esta noche, demasiados padres, después de acostar a sus hijos, hablarán de su miedo a perder el empleo o a tener que vender la casa. Demasiados compartirán las historias de amigos o vecinos que ya han recogido de las casas sus pertenencias y demasiados hablarán de una tienda o una empresa del barrio que ya ha quebrado.
Para mí, esta recesión global no se tiene que medir sólo en estadísticas, en gráficos o en cifras en una hoja de balance financiero. Yo veo a una persona con sus aspiraciones propias y sus inquietudes crecientes y otra, y otra.
Y cada persona con un sueño que alcanzar.
Cada una forma parte de una familia, cada una está en una comunidad que ahora necesita ayuda y esperanza.
Y cuando los bancos han fracasado y los mercados han tropezado, nosotros los representantes del pueblo somos la última línea defensiva de los ciudadanos.
Y por eso no hay ortodoxia financiera tan arraigada, no hay pensamiento convencional tan establecido, ni interés especial tan fuerte que pueda ser un obstáculo en el camino hacia el cambio que las familias que trabajan duramente necesitan.
Hemos aprendido de esta recesión mundial que los mercados tienen que ser libres pero nunca libres de valores, que los riesgos que la gente toma nunca tienen que separarse de las responsabilidades que acaten.
Y si tal vez algunos pensaron alguna vez que está más allá de nuestra capacidad moldear los mercados globales para cumplir con las necesidades de la gente, nosotros sabemos ahora que es nuestro deber, no podemos ni debemos apartarnos.
En nuestras familias, lugares de trabajo y de culto, celebramos a los hombres y las mujeres íntegros que trabajan duro, que tratan a la gente equitativamente, que asumen responsabilidades y protegen a los demás.
Si estos son los principios que guían nuestras vidas en nuestras familias y barrios, tendrían que ser los principios que guían y gobierno nuestra vida económica también.
En estos días el mundo ha aprendido que lo bueno para la economía es bueno para la sociedad.
Mi padre fue un pastor de la iglesia y he aprendido de nuevo lo que me enseñó: que la riqueza tiene que ayudar a alguien más que a los ricos, que la buena fortuna tiene que servir a alguien más que a los afortunados y que las riquezas no tienen que enriquecer sólo a unos cuantos sino a todos.
Y estos valores duraderos son los valores que necesitamos para estos nuevos tiempos.
Tendemos a pensar que la mano del destino se extiende por meses y años antes de culminar en los momentos decisivos que llamamos historia.
Pero a veces los momentos determinantes de la historia llegan abruptamente sin avisar. Y la tarea de los líderes es definirlos, darles forma y avanzar hacia el nuevo mundo que requieren.
Un huracán económico ha barrido el mundo, creando una crisis de crédito y de confianza.
La historia nos ha llevado a un punto donde el cambio es esencial. Nos toca no sólo gestionar nuestros tiempos, sino también transformarlos.
Nuestra tarea es reconstruir la prosperidad y la seguridad en un mundo económico totalmente diferente, en el que la competición ya no es local sino global y los bancos ya no son nacionales sino internacionales.
Y tenemos que entender lo que falló en esta crisis, que los mismos instrumentos financieros diseñados para diversificar el riesgo en el sistema bancario propagaron el contagio por todo el mundo. Y que las instituciones financieras están tan entretejidas que un mal banco en cualquier parte es una amenaza a los buenos bancos de todo el mundo.
¿Tenemos que sucumbir a la carrera hacia abajo y al proteccionismo que según nos demuestra la historia nunca protege a nadie? No. Tenemos que tener la confianza de que podemos aprovechar las oportunidades y hacer que el futuro trabaje para nosotros.
¿Por qué?
Porque mientras la gente está ansiosa y se siente insegura, durante las próximas dos décadas, literalmente billones de personas en otros continentes se convertirán de meros productores de sus bienes a consumidores de nuestros bienes y de esta manera nuestra economía mundial se multiplicará por dos.
Dos veces más oportunidades para las empresas, dos veces más prosperidad y la mayor expansión de los ingresos de la clase media y de empleos que el mundo ha visto nunca.
Y América y el Reino Unido triunfaremos y lideraremos si aprovechamos el talento de la gente, si soltamos el genio de nuestros científicos y liberamos la ambición de nuestros empresarios. Ganaremos la carrera hacia arriba si podemos desarrollar productos y servicios nuevos de alto valor y las nuevas tecnologías verdes que el número creciente de familias trabajadores de todo el mundo querrá comprar.
Por ello tenemos que educar nuestro camino para salir de este bache, invertir e inventar nuestro camino para salir de la recesión y re-instrumentalizar y re-crear nuestra salida de esta recesión.
Y esto no es optimismo ciego o una confianza sintética para consolar a la gente, es la afirmación práctica para nuestros tiempos de nuestra fe en un futuro mejor.
Cada vez que reconstruimos una escuela, demostramos nuestra fe en el futuro. Cada vez que enviamos más jóvenes a la universidad, cada vez que invertimos más en la infraestructura digital, cada vez que incrementamos el apoyo a nuestros científicos, demostramos nuestra fe en el futuro.
Y reitero ante este Congreso y este país algo que está profundamente arraigado en vuestro carácter y que está tejido en vuestra historia: derrotar nuestro miedo en el futuro por nuestra fe en el futuro".
Fotograma de "Human resources"
Posteado mientras escuchaba "Foundations" de Kate Nash
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home