30 enero 2012

sweet sensation

Después de tanto, tan poco lo que hace falta: canción, cigarro y Madrid de madrugada. Caminar, con eso basta.


25 enero 2012

las puertas de la carne

En navidades me adentré en la obra de Emily Dickinson. 2.000 poemas que fueron encontrados por la hermana tras su muerte, encuadernados, ocultos al mundo como decidió permanecer ella, como su amor, que fue un amor prohibido y sin cristalizar.

Emily nació en una familia puritana de Nueva Inglaterra. Creció en un ambiente estricto, de esos con reglas que levantan rejas. Y el destino la enamoró de un sacerdote. Pudo hacerlo pero no, no marchó con él. Y vivió con ello escribiendo versos.

La muerte y lo místico están entre sus temas dominantes. Pero lo determinante, en mi opinión, es haber perdido lo que no tuvo.

"¿Y si dijera que no voy a esperar? / ¿Si rompiera las Puertas de la carne / y las cruzara huyendo hacia tí?".

Leer esto, me devuelve a aquella noche de octubre en 1992, entre Maine y Massachusetts. Nieve en el suelo, en los árboles que nos rodeaban, en el cielo. Carretera estrecha y pequeña recta. Fue entonces cuando K. me miró a los ojos, sonrió y dijo "voy a hacer algo difícil de olvidar". Apagó las luces del coche y siguió conduciendo. 200. 300 metros. Ninguno de los dos abrió la boca. Después, no hablamos de ello.

"Y las cruzara huyendo hacia tí". Debe ser parecido.




19 enero 2012

contigo, versos sueltos


Hacía tiempo que no volvía a casa de mi madre. Cogí un taburete y fui hacia la librería, buscando algo del Maiakovski que tanto gustaba a mi padre. Pero me encontré con otra cosa: un poemario, viejo ya, de Celaya.

Y como la memoria funciona como funciona, recordé que hace cuatro años imprimimos aquel pequeño cartel y lo pusimos en la puerta de la oficina: "departamento de obreros del verso". Hay otro Celaya, menos social y más íntimo; igual de transformador.

Me llevé el libro, me encontré contigo.

"Por ti, todo me resulta / tan justo como sencillo. / Todo bello, tan concreto/ y en el instante / vulgar hallo un paraíso.

Y una alegría tremenda / de tenerte, de estar vivo, / de ser así como somos / mágicamente sencillos, / me enseña cómo se puede prescindir de lo infinito.

En cada gozo concreto / tengo la vida en un puño. / La corbata que he estrenado, / el cigarrillo que fumo, / el olor de una manzana, / el besarte que disfruto, / son actos que, bien vividos, / dan lo total en su punto.

Quiero cantar para todos / como me pide tu instinto. / Las palabras que me brotan / buscan en ti su sentido. / Tu dices: "eso me gusta. / Lo entendería hasta un niño. / O dices: "yo soy del pueblo; / no te entiendo, señorito." / Y entonces no sé qué siento. / Y me avergüenzo. Y corrijo.

Vamos así por el mundo / caminando, sonriendo, / recogiendo luces chicas / con la punta de los dedos.

Salvamos lo que nos dejan. / Luchamos como podemos.

Nosotros de la mano, / vamos andando y pidiendo / la libertad que queremos / para todos, al querernos."



Esto es "She keeps bees", algo así como Cat Power pero sin hielo, más crudo, con un punto más de desesperación. Va, subamos a ese barco.

16 enero 2012

Los peligros de la obediencia -2-

"La seducción de la mera inercia es siempre poderosa: nos permite, en efecto, trazar la pequeña senda de nuestra existencia sin que nos sintamos amenazados por ningún desastre inminente. Nos ahorra la molesta tarea de someter a examen hábitos que siempre resulta peligroso analizar, y a veces, doloroso eliminar.

Con todo, no hay duda de que el precio de la inercia es, a la larga, la pérdida del sentido cívico entre la multitud.

Quienes ante determinada injusticia insisten en negar su parte de responsabilidad, pierden tarde o temprano toda capacidad de sentirse ofendidos por cualquier injusticia.

La tiranía no desea base más sólida que el letargo de la conciencia ciudadana; la autocracia nace de la seguridad de que no habrá sublevación contra la injusticia [...]

Sólo una ciudadanía vigilante de los confines de legitimidad de la acción del poder, podrá aspirar a la libertad. Los injustos se imponen porque nunca ceden a la inercia".

Palabras de Harold Laski en "Los peligros de la obediencia"


13 enero 2012

alejandra

"¿Y qué si nos vamos anticipando / de sonrisa en sonrisa / hasta la última esperanza?

¿Y qué? / ¿Y qué me da a mí, / a mí que he perdido mi nombre, / el nombre que me era dulce sustancia / en épocas remotas, cuando yo no era yo / sino una niña engañada por su sangre?

¿A qué, a qué / este deshacerme, este desangrarme, / este desplumarme, este desequilibrarme / si mi realidad retrocede / como empujada por una ametralladora / y de pronto se lanza a correr, / aunque igual la alcanzan , / hasta que cae a mis pies como un ave muerta?

Quisiera hablar de la vida. / Pues esto es la vida, / este aullido , este clavarse las uñas / en el pecho, este arrancarse / la cabellera a puñados, este escupirse / a los propios ojos, sólo por decir, / sólo por ver si se puede decir: / ¿es que soy yo? ¿verdad que sí?..."

Algunos versos de la gran, de la enorme... Alejandra Pizarnik.


09 enero 2012

los peligros de la obediencia -1-

"Del estancamiento de las ideas nace, siempre, el ocaso de la libertad [...] Generación tras generación, en religión o en política, en las ciencias o en las artes, los seres humanos han conocido los desastres derivados de la opresión del espíritu humano.

Y época tras época aprendieron que nada importa más que salvaguardar las condiciones que salvaguardan la emancipación de la personalidad.

Nuestra tarea, si aspiramos a una vida no carente de sentido y relevancia, consiste en no aceptar nada que se oponga a nuestra experiencia básica, ya provenga de la tradición, de los convencionalismos o de la autoridad.

Quizá nos estemos equivocando, pero la expresión de nuestra personalidad se vería frustrada en su misma esencia si las verdades que se nos obliga a aceptar no coincidiesen con las de nuestra propia experiencia"

Palabras de Harold Laski en "Los peligros de la obediencia"