19 enero 2012

contigo, versos sueltos


Hacía tiempo que no volvía a casa de mi madre. Cogí un taburete y fui hacia la librería, buscando algo del Maiakovski que tanto gustaba a mi padre. Pero me encontré con otra cosa: un poemario, viejo ya, de Celaya.

Y como la memoria funciona como funciona, recordé que hace cuatro años imprimimos aquel pequeño cartel y lo pusimos en la puerta de la oficina: "departamento de obreros del verso". Hay otro Celaya, menos social y más íntimo; igual de transformador.

Me llevé el libro, me encontré contigo.

"Por ti, todo me resulta / tan justo como sencillo. / Todo bello, tan concreto/ y en el instante / vulgar hallo un paraíso.

Y una alegría tremenda / de tenerte, de estar vivo, / de ser así como somos / mágicamente sencillos, / me enseña cómo se puede prescindir de lo infinito.

En cada gozo concreto / tengo la vida en un puño. / La corbata que he estrenado, / el cigarrillo que fumo, / el olor de una manzana, / el besarte que disfruto, / son actos que, bien vividos, / dan lo total en su punto.

Quiero cantar para todos / como me pide tu instinto. / Las palabras que me brotan / buscan en ti su sentido. / Tu dices: "eso me gusta. / Lo entendería hasta un niño. / O dices: "yo soy del pueblo; / no te entiendo, señorito." / Y entonces no sé qué siento. / Y me avergüenzo. Y corrijo.

Vamos así por el mundo / caminando, sonriendo, / recogiendo luces chicas / con la punta de los dedos.

Salvamos lo que nos dejan. / Luchamos como podemos.

Nosotros de la mano, / vamos andando y pidiendo / la libertad que queremos / para todos, al querernos."



Esto es "She keeps bees", algo así como Cat Power pero sin hielo, más crudo, con un punto más de desesperación. Va, subamos a ese barco.