Las palmeras salvajes, Faulkner
De momento va un destello, una estrella fugaz en una novela de anverso y reverso, hilada tal vez en torno a la banalidad de la justicia humana, aunque para mí eso y su genialidad sea ahora lo de menos. Se trata ahora de otra cosa. Hay algo entre esas palmeras que se me conecta con Rayuela -sin duda el libro-. Todavía no alcanzo a verbalizarlo y poco importa, de hecho nada, porque lo bueno, lo mejor es esto:
"Dicen que el amor muere entre dos personas. Eso no es cierto. No muere. Lo deja a uno, se va si uno no es digno, si uno no lo merece bastante. No muere; es uno el que se muere".