25 julio 2005

La tentación en el ojo ajeno

A veces tengo la sensación de que las ciudadanas y ciudadanos seguimos las evoluciones de las encuestas como lo hacen los empresarios con las cotizaciones en bolsa. Si las cosas fuesen así de sencillas, el Gobierno de España tendría razones para afrontar el futuro con optimismo, la estrategia de confrontación del Partido Popular no hace sino beneficiarle.

Supongo que cualquier lector no necesita esforzarse demasiado para imaginarse a tres personas en un diálogo como este:

Personaje 1: "cuando peor estaban las cosas con lo del incendio de Guadalajara, coge Rafael Hernando e intenta agredir a Rubalcaba, nos ha venido dios a ver"

Personaje 2 -sonriendo-: "con lo de Guadalajara perderemos cuatro décimas en los sondeos, pero la imagen de un Diputado colérico del Partido Popular, sujetado por Zaplana, nos dará tres décimas por lo menos"

Personaje 3: "el viaje al centro de la cúpula del PP debe ser esto, Zaplana parando a sus Diputados"

Personajes 1, 2 y 3: risas.

Quizá deberíamos preguntarnos por las razones que le otorgan a ese diálogo criterio de realidad. Es fácil ponerle cara a esos personajes, podríamos utilizar los nombres de políticos, periodistas o tertulianos. Si hacemos un ejercicio de honestidad, podríamos utilizar los de nuestros amigos, familiares e incluso los nuestros.

Una lástima. No debería hacernos gracia que el Congreso de los Diputados se parezca al Parlamento de Taiwán. Sea cual sea nuestra orientación ideológica, tendríamos que avergonzarnos y preocuparnos.

Estas cosas no son buenas para nuestra democracia, lo sabemos. Pero nos dejamos llevar demasiadas veces por el beneficio a corto plazo.

Creemos que donde algunos ven hoy la imagen de un diputado violento, puede verse una mucha más peligrosa dentro de un tiempo, la de que "todos los políticos son lo mismo". Pero no nos esforzamos, exigimos a los políticos –sean del partido que sean- lo que no nos pedimos a nosotros mismos.

Nos gustaría escuchar a alguien ofrecer un pacto por la salud de nuestra democracia: una oferta de consenso en torno a las formas de acción y expresión en nuestro sistema político, una especie de “pacto entre caballeros”, un acuerdo de mutuo respeto entre nuestros representantes. Pero estamos lejos de predicar con el ejemplo, andando como andamos en ciudadades repletas de trincheras que no desmontamos.

Formamos parte de la primera generación de españolas y españoles que ha vivido siempre en democracia, tiempo es de demostrarlo, tiempo de dejar atrás, ciudadanamente, la táctica y la estrategia del cainismo. Es a nosotras y a nosotros a quien nos está llegando la hora de pensar, de hablar y actuar con un mínimo de respeto y de grandeza.