20 julio 2005

Punto de encuentro


Se desencadenó la Guerra de Irak con el argumento de que sólo así podría llevarse la democracia a aquel país. Ha pasado tiempo, la guerra no terminó ni con aquella imagen -tan propia de los tiempos en que se derrumbaban las dictaduras sociéticas- de la caída de la estatuta de Sadam Hussein, ni con el aterrizaje de Bush -emulando al Tom Cruise de Top Gun- disfrazado de piloto a un portaviones norteamericano.

De entonces a ahora han muerto civiles iraquíes -y soldados occidentales-, la luz y el agua se han convertido en bienes escasos, la red hospitalaria ha vuelto al siglo XIX y los padres, simplemente, han decidido que sus hijos no vayan a las pocas escuelas que quedan abiertas.

Antes de la guerra se dijo que Sadam Hussein disponía de armas de destrucción masiva, lo que le situaba potencialmente como un actor más en la guerra contra el terrorismo. Ahora no está el protagonista pero el escenario se ha llenado de actores de reparto, de terroristas que reparten bombas indiscriminadamente.

Es difícil de sostener, éticamente, la caída de una dictadura mediante el pago de vidas humanas; pero es imposible justificar la ocupación de un país a cambio de la muerte de más personas. Por otro lado, tampoco parece adecuado retirar las tropas de Irak cediendo al chantaje de Alqaeda (que es lo que se está planteando tanto en Italia como en Gran Bretaña).

¿Qué hacer? Precisamente lo que más puede beneficiar a la población iraquí y, al mismo tiempo, lo que más daño puede hacer a los terroristas: dialogar. Aprovechar el espacio de las Naciones Unidas -o diseñar un espacio específico para este caso- en el que los países árabes, los occidentales y los representantes de los restos de la sociedad civil iraquí puedan sentarse con la intención de llegar a un acuerdo que, por ejemplo podría inspirarse en la idea de la "alianza entre civilizaciones", y que podría resumirse en:

1. Retirada de las tropas occidentales,

2. Que serían sustituidas por las de los países árabes,

3. Compromiso económico y político real de occidente con la reconstrucción de Irak,

4. Elaboración de un conjunto de recomendaciones y propuestas para la transición hacia la democracia entre todas las partes.

Evidentemente, la creación de ese espacio no es, en si misma, la solución; pero si que podría suponer un buen punto de partida, un primer punto de encuentro verdaderamente legítimo y pacífico.