18 agosto 2005

Ante el dolor de los demás

El Partido Popular intentó, hace unas semanas, situar el incendio de Guadalajara a la altura del desastre del Prestige. Pusieron el listón demasiado alto, entre otras cosas porque la Ministra de medio ambiente no estaba de cacería y llamó a la persona que iba a provocar el incendio para decirle "mira, mejor no vayas a Cuenca, traslada tu barbacoa a Guadalajara"...

Ahora quieren equiparar la muerte de los militares españoles que estaban en Afganistán a la tragedia del Yakolev. Tampoco es una tarea fácil, sobretodo porque no se ha estrellado un avión en el que Federico Trillo no se hubiese atrevido a subir, sino un helicóptero de nuestro ejéricto que estaba en perfectas condiciones.

El Partido Popular dijo que no politizaría este suceso, en ese mismo instante una suave brisa recorrió todas nuestras playas: todo el mismo supo que iba a suceder exactamente la contrario. Por eso cuando poco después Zaplana pedía la comparencencia de Zapatero, las mujeres siguieron abanicándose y los hombres no dejaron de meter la tripa mientras hinchaban la colchoneta del niño. La gente ya lo había dado por descontado. No había lugar para la sorpresa.

Sin embargo si que parece extraño que nadie en el principal partido de la oposición se parase a analizar como iba a actuar el Ministro de Defensa. El populismo otorga dotes para actuar en este tipo de casos y Bono es un profesional: poco después del suceso cogió un helicóptero, aterrizó en el Bernabéu, se trasladó a Moncloa, informó al Presidente, subió a un avión, llegó a Afganistán, se reunió con las tropas, llevó a cabo una videoconferencia con el Presidente del Gobierno, acompañó a los expertos en las tareas de identificación de los cadáveres y regresó a España junto a los restos mortales de los militares. Todo en 48 horas. A partir de ahora, ruedas de prensa, permanente contacto con los familiares, homenajes, monumentos, desfiles y muchas, muchas, misas...