08 agosto 2005

Imperium


No han pasado muchos años desde que Sharon Stone, Joe Pesci y Robert de Niro rodaron, bajo la batuta de Scorsese, la película Casino. El escenario es Las Vegas y el guión aborda la historia de como tres personas fueron capaces de llegar a la cumbre y desembocaron en el infierno. Ese largometraje es también la crónica del nacimiento de una ciudad en el medio del desierto, de un oasis para multimillonarios, y de su posterior transformación en el mayor parque temático para adultos de la tierra.

Ahora que sigo en el centro de la América profunda, desayunando un terrible café en Nephi -Utah- y que me quedan unas 375 millas para Las Vegas, tengo la sensación de que se me acerca el descubrimiento de otra de las aristas de este país. Se lo que nos han vendido sobre esta ciudad, pero aspiro a encontrarme con un poco más, quiero sentir sin interferencias el latido de la "capital del pecado de occidente". Inentaré mirar tras los neones, haré todo lo posible para abstraerme del sonido de las tragaperras, veremos si soy capaz.

De momento ya me queda el recuerdo de que en esta parte del mundo nada cambia. El ritmo, la lenta rutina de aquí está mucho más cercana a lo que vivieron nuestros abuelos que a lo que nosotras y nosotros estamos acostumbrados.

Supongo que, puesto que Estados Unidos es la Roma de nuestro tiempo, todo esto no es más que la periferia de Wall Street y la Casablanca. Más cerca, pero tan lejos, que nuestras propias calles.