13 agosto 2005

No es fácil

Una mujer californiana llegó hace dos días a la puerta del rancho en el que Bush está de vacaciones, es la madre de uno de los últimos soldados nortamericanos que han muerto en Irak. Allí llevó a cabo un sencillo acto de homenaje a su hijo. La prensa, ávida como está en estos días de noticias, situó sus imágenes en las primera plana. El hombre más poderoso del mundo tuvo que reaccionar: el personal de la Casa Blanca colocó el atril presidencial junto a la carretera y se celebró una rueda de prensa improvisada en la que, evidentemente, no hubo declaraciones sorprendentes.

Ya se que a Bush no le hizo ninguna gracia interrumpir lo que estuviese haciendo -o deshaciendo-, pero no puedo evitar recordar la actitud de Aznar tras el asesinato de Couso.

Procuro no remover el pasado. Vivo en un país en el que la historia parece más una sucesión de revanchismos que cualquier otra cosa. A veces preferiría olvidar, pero no es fácil.