19 septiembre 2005

Die deutsche underdog

Escribimos hace un par de meses: "ayer se convocaron las elecciones legislativas en Alemania, se celebrarán el próximo 18 de septiembre. Los sondeos dicen que la CDU -el partido conservador democristiano- cuenta a día de hoy con un 44% de la intención de voto, el SPD -socialista- sólo alcanza un 27% [...] Conviene no enterrar a Shcroeder antes de tiempo, estamos hablando de un superviviente".

En dos meses la diferencia entre la CDU y el SPD se ha reducido de 17 puntos a nueve décimas. Los especialistas en marketing electoral siempre señalan que cuando la distancia entre dos partidos supera el 10% es prácticamente imposible que se logre un vuelco en la campaña electoral. ¿Qué es lo que ha ocurrido?.

Pueden producirse dos tipos de efectos a lo largo de una campaña electoral el de "caballo vencedor" -la gente vota / apuesta por el favorito- que es, por ejemplo, el que siempre acaba beneficiando a Tony Blair, y el efecto "underdog" -la gente simpatiza en las peleas de perros por el que está debajo, por el que resiste, por el superviviente- que es el que explica el resultado de Schroeder y el de las elecciones que se celebraron en España en el año 1993.

Ese paralelismo puede sernos de utilidad para comprender lo que ha ocurrido en Alemania, un país con tendencias fuertemente personalistas -como el nuestro- en el que el carisma es siempre un factor determinante. Felipe González y Schroeder están hechos con la misma pasta, los dos supieron encontrar el punto débil de su adversario: cuando el oponente lleva a cabo una larga y potente campaña de desgaste del Gobierno, cuando sus mensajes son esencialmente negativos, dejan libre todo el espacio para la ilusión, para el optimismo. "España en positivo", ¿recuerdan?, sólo se golpea en las dos últimas semanas: en España fue el video del doberman, en Alemania han sido las políticas sociales y la guerra de Iraq.

¿Qué es lo que puede ocurrir ahora? Dejemos de lado el cálculo de alianzas, vayamos a lo fundamental: Merkel sale derrotada ante la opinión pública, ante su partido y ante ella misma, Schroeder sale reforzado. La ciudadanía no quiere líderes débiles. Creo que Schroeder seguirá siendo Canciller. Veremos con quien y, también, durante cuánto tiempo.