20 septiembre 2005

Las reglas del juego

Hemos podido ver, quizá por primera vez, que no existe unanimidad en el Partido Popular. Ayer habló Acebes sobre el recurso a la Ley del matrimonio entre parejas del mismo sexo, posteriormente hubo un desmentido y parece que hoy vuelve a darse marcha atrás.

Más allá de los cálculos y consideraciones que puedan hacerse sobre este asunto concreto -creo que se aceptará a trámite el recurso y posteriormente será rechazado- y más allá del admirable trabajo que los periodistas afines al Partido Popular han llevado a cabo, podríamos preguntarnos si esta insólita sucesión de contradicciones es una muestra de debilidad o de fortaleza.

Habrá quien piense que los partidos políticos deben ser monolíticos y quienes consideren que cuando una organización está formada por cientos de miles de ciudadanas y ciudadanos es completamente lógico y deseable que exista el debate. La falta de unanimidad puede ser una oportunidad para lograr una mayor fortaleza democrática si se establecen espacios de diálogo y negociación, pero puede alimentar una larga guerra interna cuando se impide la creación de esos espacios o cuando directamente se les boicotea.

Parece evidente que Acebes desplegó ayer una política de hechos consumados, no respetó las reglas del juego, hizo sus declaraciones sin que sus compañeras y compañeros de partido hubiesen logrado cerrar un acuerdo, actuó arbitrariamente. Si hay una constante en la historia de todos los partidos políticos es esta: con ese tipo de acciones se ganan algunas batallas, pero se pierden todas las guerras.