Bajo presión
Marruecos cedió ayer a la presión internacional para poner fin a las deportaciones masivas de inmigrantes al desierto del Sáhara y solucionar la situación de los que llegaron a Ain Chuater, en el sureste del país, donde 500 subsaharianos han permanecido durante días sin comida ni agua y sufriendo redadas. Siete autobuses y dos camiones se llevaron a unos 300 subsaharianos hacia Oujda, al noreste, desde donde los senegaleses y los procedentes de Malí volarán a sus respectivos países.
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