26 octubre 2005

Estatuto 3. El plan es que no haya plan

Muchos analistas y bastantes ciudadanos dedican su tiempo a discutir si Zapatero tendrá o no tendrá un plan para que el Estatuto de Cataluña llegue a buen puerto. No son pocos los que se sentirían más tranquilos –o crispados- si en Moncloa contasen con un mapa del tesoro, con una estrategia milimétricamente diseñada e infalible.

Ese tipo de tranquilidades suelen ser el resultado de quien confía que existe un líder capaz de tomar siempre las decisiones adecuadas para la comunidad. Ese líder es visto, en virtud de sus cualidades –el valor, el heroísmo, la astucia militar…- como una especie de Mesías. La suma de esos sentimientos –tan presentes en la historia de nuestro país- daría lugar a lo que los sociólogos llaman “legitimidad carismática”

Mi sensación personal es muy otra, creo que por fin hemos llegado a que el plan sea que no haya plan. La existencia de ese tipo de líderes puede ser positiva, pero lo realmente importante no es que exista una personalidad que haga avanzar las cosas sino que el sistema el funcione adecuadamente.

La ciudadanía quiere que haya un nuevo Estatuto –así lo señalan todas las encuestas, tanto las que se refieren a Cataluña como al resto de España-, y quiere que haya negociación. La democracia es un sistema político basado en la deliberación, en la búsqueda de consensos. Por eso no hay plan, hay confianza en el sistema. Como debería ser, como en 1978, precisamente por eso, las diferentes respuestas de los actores de entonces están siendo tan iguales a las de estos días. Por eso volverá a salir bien.