05 octubre 2005

Ghassan Kanafi

Lo mismo estás en tu oficina o en el aula de informática de la universidad. Quizá estés a un párrafo de un enlace. Puede que pinches e imprimas. Es probable que guardes 44 folios hasta el fin de semana y dediques tu siesta del sábado a leer "Los hombres al sol" de Kanafi:
"Subió a su asiento y arrancó el motor, dio marcha atrás intentando, en lo posible, mezclar las huellas de su camión, con las otras. Había decidido volver a la carretera dando marcha atrás para confundir totalmente las huellas…Pero se dio cuenta de algo, lo que le obligó a detenerse de nuevo, bajó del camión y se fue andando a donde estaban los cadáveres para sacar el dinero de los bolsillos, cogió el reloj de Marwan y volvió andando sobre las puntas de sus zapatos. Cuando llegó a la puerta del camión y subió una pierna, una idea explotó de repente en su cabeza…Se quedó parado y rígido en su sitio, intentaba hacer algo o decir algo…Pensó en gritar, pero en seguida se dio cuenta que era una estupidez, trató de seguir subiendo al camión, pero le faltaban fuerzas para hacerlo. Sentía que su cabeza estaba a punto de explotar y que todo el cansancio que tenía, subió de repente a su cabeza y empezó a sonar como un timbre, trató de contenerlo con las palmas de sus manos y empezó a tirar de sus pelos para quitarse la idea…Pero, la idea seguía allí…enorme, sonora, grande, inamovible e imperecedera, miró hacia atrás donde había dejado los cadáveres, pero no veía nada, aun así, dicho intento de mirada encendió fuego dentro de la idea que tenía en su cabeza y de pronto no pudo retenerla más, bajó sus manos a su lado y se fijo en la oscuridad con los ojos abiertos como platos."