11 octubre 2005

Respeto

Estoy seguro de que cualquier ciudadana o ciudadano decente lleva días sufriendo al saber que hay centenares de personas abandonadas en el desierto. Sufriendo de verdad, con ese dolor terrible que sólo nace de la impotencia. Un sentimiento que comparto y no decrece en mi vida de clase media.

Sucede que cuando los seres humanos nos sentimos así, necesitamos apropiarnos de nuestro dolor y guardarlo muy dentro. Es un mecanismo de defensa como otro cualquiera, una especie de luto, supongo.
Noto desde ayer un sabor agrio en la boca. Surgió cuando escuché a Acebes hablar de “las condiciones inhumanas” que están viviendo los inmigrantes subsaharianos. Pornografía.

Fue entonces cuando no pude sino preguntarme qué es lo que estaría haciendo hoy Acebes si fuese Ministro del Interior, qué órdenes habría dado Rajoy si fuese Presidente.

Esa pregunta no busca consuelo, no quiere apartar ninguna mirada. Estoy en desacuerdo con mucho de lo que está haciendo. Sólo es una llamada al respeto: no tanto a mí -a mis ideas, a mis creencias, a mi sensibilidad-, como a unas personas que no saben si seguirán vivas mañana.
Claro que es necesario y urgente hacer algo, pero con respeto y sin hipocresía. Al menos eso.