En el último discurso de Bush no hay ni una rendija que permita creer en la posibilidad de cambios por pequeños que sean, pero se ha introducido un par de nuevos ingredientes sobre los que merece la pena reflexionar. Vayamos por partes.
Respecto a la estrategia: “Primero estamos determinados a prevenir los ataques de las redes terroristas. Estamos reorganizando nuestro Gobierno para dotar a nuestra nación de un potente y coordinado sistema de defensa. Estamos reformando nuestros servicios de inteligencia […] y estamos trabajando junto a otros Gobiernos para destruir las redes terroristas […] En segundo lugar, estamos determinados a luchar contra el acceso de regímenes contra la ley y aliados de terroristas, a las armas de destrucción masiva […] En tercer lugar estamos determinados a luchar contra la existencia de santuarios de la ley y redes de apoyo a los terroristas. Países como Sirira e Irán tienen una larga historia d colaboración con los terroristas […] Los Estados Unidos no harán diferenciaciones entre quienes cometan los actos terroristas y quienes los apoyen […] En cuarto lugar, estamos determinados a luchar contra el control que los terroristas puedan tener sobre cualquier nación […] El quinto elemento de nuestra estrategia en la guerra contra el terror, consiste en impedir a los terroristas la posibilidad de que lleven a cabo reclutamientos”
Respecto a la retórica. En política es tan importante lo que se dice como la forma en que se dice. La construcción del discurso –el vocabulario, el tono, las comparaciones, el ritmo, las repeticiones…- es crucial para reflejar la personalidad del líder. Fíjense en el recurso a la palabra “determinación”, es un ingrediente nuevo en las intervenciones de Bush, pero no es original. Ese término está siempre presente en los discursos de Tony Blair. Para comprobarlo, basta con cruzar en Google “Blair” y “determination”.
¿Qué implica ese concepto? El diccionario de la RAE define “determinismo” como “el sistema filosófico que subordina la voluntad humana a la divina” y “como sistema que admite la influencia irresistible de los motivos”. La primera acepción aleja la política del ser humano en cuanto el líder representa la voluntad divina frente a la diabólica –el eje del mal-. La segunda acepción nos impide la oposición porque lo “irresistible” no admite “resistencia”.
El punto débil de cualquier creencia de carácter religioso radica en la imposibilidad de demostración, lo que exige necesariamente un “acto de fe”. ¿Cómo se puede solucionar discursivamente esa debilidad? Recurriendo a los hechos, al pasado, a la historia, algo fácilmente manipulable pero con visos de ciencia para la inmensa mayoría de la opinión pública. Eso es lo que explica la nueva comparación que Bush hizo entre la Guerra contra el terrorismo y la Guerra fría: “Como la ideología del comunismo, nuestro enemigo renuncia a la libertad de los pueblos […] El islamismo radical, como el comunismo, contiene contradicciones internas que le harán caer”.
Conclusiones:
1-. La historia la escriben los vencedores. Dios vence siempre
2-. El futuro está decidido. Dios se lo está dictando a Tony Blair y a George Bush.
3-. No pierdan el tiempo, no se opongan.
Ver discurso completo de Bush
<< Home