07 noviembre 2005

El odio

Sarkozy, Ministro del Interior francés, pertenece a ese tipo de políticos que siembra odio esparando cosechar buenos resultados electorales. En torno a su imagen de "hombre duro" ha ido elaborando toda su estrategia de sucesión a Chirac.

Lo ha hecho lentamente. Primero identificó un nicho de mercado abierto hace años por Le Pen -la vinculación de todos los males franceses con la inmigración-, posteriormente decidió ocupar todo ese espacio recurriendo a:

1-. La lógica del ellos y el nosotros,

2-. El permanente alarmismo

3-. La apelación a la mano dura.

Mientras esto ocurría, no era en absoluto necesario llevar a cabo demasiadas políticas de integración para los inmigrantes. Solucionar ese aspecto significaba cerrarse a sí mismo las puertas del éxito político.

Esa mezcla de exceso en la formas y vacío en los hechos dió lugar a una lenta acumulación, se fue pasando del descontento a la rabia y de la rabia al odio. Era cuestión de tiempo que el odio degenerase en violencia.

La misma lógica, los mismos ingredientes. La misma derecha.