El odio
Sarkozy, Ministro del Interior francés, pertenece a ese tipo de políticos que siembra odio esparando cosechar buenos resultados electorales. En torno a su imagen de "hombre duro" ha ido elaborando toda su estrategia de sucesión a Chirac.
Lo ha hecho lentamente. Primero identificó un nicho de mercado abierto hace años por Le Pen -la vinculación de todos los males franceses con la inmigración-, posteriormente decidió ocupar todo ese espacio recurriendo a:
1-. La lógica del ellos y el nosotros,
2-. El permanente alarmismo
3-. La apelación a la mano dura.
Mientras esto ocurría, no era en absoluto necesario llevar a cabo demasiadas políticas de integración para los inmigrantes. Solucionar ese aspecto significaba cerrarse a sí mismo las puertas del éxito político.
Esa mezcla de exceso en la formas y vacío en los hechos dió lugar a una lenta acumulación, se fue pasando del descontento a la rabia y de la rabia al odio. Era cuestión de tiempo que el odio degenerase en violencia.
Lo ha hecho lentamente. Primero identificó un nicho de mercado abierto hace años por Le Pen -la vinculación de todos los males franceses con la inmigración-, posteriormente decidió ocupar todo ese espacio recurriendo a:
1-. La lógica del ellos y el nosotros,
2-. El permanente alarmismo
3-. La apelación a la mano dura.
Mientras esto ocurría, no era en absoluto necesario llevar a cabo demasiadas políticas de integración para los inmigrantes. Solucionar ese aspecto significaba cerrarse a sí mismo las puertas del éxito político.
Esa mezcla de exceso en la formas y vacío en los hechos dió lugar a una lenta acumulación, se fue pasando del descontento a la rabia y de la rabia al odio. Era cuestión de tiempo que el odio degenerase en violencia.
La misma lógica, los mismos ingredientes. La misma derecha.
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