14 noviembre 2005

Reciclajes


La "Primera fiesta por la libertad" organizada por Forza Italia supuso el pistoletazo de salida de la campaña electoral italiana. Esa fiesta se celebró el pasado 9 de noviembre -aniversario de la caída del muro de Berlín- en Roma consistió en una "manifestación contra las grandes dictaduras. En el cartel de la convocatoria pueden verse las fotografías de Hitler, Stalin, Castro, Hussein y Bin Laden, pero no aparece por ningún sitio Mussolini.

Lo primero que me ha venido a la cabeza es que la campaña electoral italiana va a jugarse en un campo que siempre es complicado para cualquier gobierno: la regeneración democrática. Pero según pensaba en esto, otra imagen llegó a mi cabeza:

La portada del famoso video "la revolución de la libertad" elaborado por FAES donde, por cierto, tampoco se hacía mención alguna a Francisco Franco.

Esta coincidencia es sólo un ejemplo que no pretende ser elevado a categoría. Ni siquiera es necesario platearlo, desde hace mucho tiempo es absurdo discutir que la derecha española y la italiana comparten bastantes estrategias y muchísimas tácticas. Eso ya lo sabemos porque lo hemos sufrido en carne propia. Quizá deberíamos preguntarnos por los orígenes y el funcionamiento de esa asociación.

Hace unas décadas Reagan y Tatcher impulsaron una red global de pensamiento global, que dio lugar a la ola neoliberal. Su objetivo consistía en captar al mayor número posible de votantes de centro, para lograrlo lanzaron el mensaje de que sólo ellos tenían la varita mágica del crecimiento económico: el Estado era grande, era necesario recortar prestaciones sociales, había que "apretarse el cinturón". El neoliberalismo supuso recortes de los derechos sociales -pensiones, salud,educación...-. Aznar llegó al poder como un producto de aquella factoría y lo fue sobretodo en la primera legislatura. La izquierda de aquellos años no supo plantear una respuesta alternativa al neoliberalismo.
Las dos legislaturas de Clinton provocaron que aquella red neoliberal fuese sustituida por la de los "Neocons". La meta no consistía ya en conquistar el centro sino en polarizar a la sociedad entre progresistas y conservadores, confiando en que la capacidad de organización y manipulación garantizase la victoria. El neoconservadurismo supone recortes en los derechos políticos. Aznar se recicló, pasó de ser un neoliberal a transformarse en un neocon que desingó a dedo a otro: Mariano Rajoy. La izquierda española si ha sabido articular una respuesta alternativa a los neoconservadores: el republicanismo -priorización de los derechos y libertades ciudadanos, regeneración democrática y apuesta por la participación-. Por eso la derecha española tiene perdida la batalla ideológica y no termina de golpearnos contra su muro de las lamentaciones. Veremos si en Italia acaba ocurriendo lo mismo.