03 enero 2006

Márgenes de error

Los antiguos egipcios dividieron cada día en 24 intervalos, y cada año -de 365 días- en doce meses. Desde entonces, la evolución de la astronomía y la tecnología ha ido alterando nuestra manera de medir el tiempo. Es uno de los pocos casos en los que la Ley se ha visto continuamente obligada a claudicar ante la Ciencia. De una manera u otra, casi todos los imperios se han visto obligados a realizar ajustes.

Hace unas décadas, surgieron los relojes atómicos, tan exactos, tan constantes que no tardaron en sernos de poca utilidad. Su puntualidad es superior a la de los astros.
El movimiento de rotación de la tierra se está decelerando. Cada día dura dos milisegundos más que antes. Por esta razón, el 2006 tendrá un segundo más. La decisión no es nueva -ocurrió lo mismo en 1998-, se ha tomado tras analizar infinidad de datos recopilados en los principales observatorios del mundo.

Ni siquiera la precisión absoluta nos abre las puertas de la predicción.
Dios no juega a los dados, los dados juegan con dios.