06 febrero 2006

No te rías

Si hay un término que se ha sobado hasta el desgaste durante los últimos años es el de “tolerancia”. Ya no hay discurso, presentación de colección de lencería o junta de accionistas en el que no se mencione. Quizá merezca la pena buscar una nueva aproximación a esa palabra .

Hace algunos años comenzó a hablarse de la “sociedad espectacular”, señalando la muerte de Lady Di como el primer acontecimiento (no deportivo) verdaderamente global. Aquello ya quedó atrás.

Creo que el viejo Buñuel se estremecería al comprobar como su búsqueda del escándalo cultural se ha trasladado también a las demás esferas de nuestra vida social. En caso de duda se recomienda abrir al azar cualquier página de cualquier periódico: del Estatuto a las caricaturas de Mahoma, de la A de Acebes a la Z de Zapalana. De la sociedad espectacular” a la “sociedad del escándalo”.

A estas alturas, casi podríamos hablar de “tolerancia” –e incluso de madurez personal y política- en términos de capacidad de resistencia al escándalo.

Mahoma ha sido caricaturizado. A Mahoma se le ha faltado el respeto –los fundamentalistas llevan años haciéndolo-, pero unos periodistas daneses lo han puesto sobre el papel. Del lado de allá arden las Embajadas, del lado de acá hay quien considera la reacción a las caricaturas como “intolerable” abogándose la defensa de la libertad de expresión.

No todos, pero si muchos, de los que se han escandalizado por la reacción de los islamistas radicales y han izado la bandera de la libertad de expresión, ven con buenos ojos la existencia del artículo 490.3 del Código Penal que trata las calumnias contra el Rey, cuyas penas son por cierto superiores a las del artículo 206 –que protege el honor del resto de españoles-.

Todo esto me recuerda a “La broma” de Kundera. En esa novela, unos obreros tienen que mover un gran busto de Stalin, la única manera de hacerlo consiste en rodear el cuello del dictador con una gran soga. Como consecuencia, próxima estación: Siberia.

Salvando las diferencias, el Rey o Stalin simbolizan a poderes laicos. Mahoma es la imagen de un poder fundamentado en la religión. El poder, cualquier poder, sabe que nada hay más subversivo que lo cómico. Por eso reacciona violentamente siempre. No es una cuestión de libertad, es una constitución de supervivencia. De orden.