23 mayo 2006

El arte de amar.


"Una actitud, indispensable para la práctica del arte de amar, que hasta ahora sólo hemos mencionado de modo im­plícito, debe examinarse explícitamente ahora, pues es funda mental: la actividad. He dicho antes que actividad no significa «hacer algo», sino una actividad interior, el uso productivo de los propios poderes. El amor es una actividad; si amo, estoy en un constante estado de preocupación activa por la persona amada, pero no sólo por ella. Porque seré incapaz de relacio­narme activamente con la persona amada si soy perezoso, si no estoy en un constante estado de conciencia, alerta y activi­dad. El dormir es la única situación apropiada para la inactivi­dad; en el estado de vigilia no debe haber lugar para ella. La si­tuación paradójica de multitud de individuos hoy en día es que están semidormidos durante el día, y semidespiertos cuando duermen o cuando quieren dormir. Estar plenamente despierto es la condición para no aburrirnos o aburrir a los demás -y sin duda no estar o no ser aburrido es una de las condiciones fun­damentales para amar-. Ser activo en el pensamiento, en el sentimiento, con los ojos y los oídos, durante todo el día, evitar la pereza interior, sea que ésta signifique mantenerse receptivo, acumular o meramente perder el tiempo, es condición indispen­sable para la práctica del arte de amar. Es una ilusión creer que se puede dividir la vida en forma tal que uno sea produc­tivo en la esfera del amor e improductivo en las demás. La pro­ductividad no permite una tal división del trabajo. La capaci­dad de amar exige un estado de intensidad, de estar despierto, de acrecentada vitalidad, que sólo puede ser el resultado de una orientación productiva y activa en muchas otras esferas de la vida. Si no se es productivo en otros aspectos, tampoco se es productivo en el amor".
Extracto de "El arte de amar" de Erich Fromm
Fotografía: fotograma de "In the mood for love" de Wong Kar-wai