01 junio 2006

El gatillazo de Rajoy

Nunca en la historia de nuestra democracia se han aunado tantos esfuerzos para impulsar a un líder de la derecha. Ni siquiera Aznar recibió tantos apoyos para llegar al Gobierno, es cierto que le apoyaba su partido y un entramado mediático relevante, pero Felipe González no le iba a la zaga y, además, contaba con las empresas.

Pero hablemos de los apoyos en torno a Rajoy, recordemos algunas de las cosas que han pasado a lo largo de los últimos doces meses. Propongo que las dividamos en tres áreas.

En el ámbito empresarial tan sólo dos ejemplos: Endesa y la salida de tono del Presidente de los empresarios cuando Zapatero señaló la necesidad de que se incorporasen más mujeres en los puestos de alta dirección del sector privado.

En lo referente a los medios han sido muchas las ocasiones en las que hemos tenido la sensación de que daba igual si la estrategia se dictaba desde los despachos del PP o desde algunas redacciones.

Y en lo concerniente a la política, el Partido Popular se ha esforzado en batir superar cada día el listón de la crispación tanto en el Parlamento como en la calle: recogida de firmas contra el Estatuto catalán, manifestaciones contra el derecho de los homosexuales a casarse, así como contra la Ley de educación, el traslado de los archivos de Salamanca y el proceso de paz.

Más allá de los fines y los medios, debemos reconocer que la derecha española ha sabido emplearse a fondo desde que perdió las elecciones. Nadie le ha fallado a Rajoy pero, en el momento clave, Rajoy les ha fallado a todos.

Para comprender la verdadera dimensión de su derrota en el debate del estado de la nación debemos recurrir a una comparación de trazo grueso: ha sido un gatillazo, un gatillazo en el momento crucial de la legislatura.

Nos parece poco elegante entrar a analizar los pormenores de esta consumación fallida aunque, evidentemente, respetamos a quienes desde las ondas prefieren airear las causas de esta disfunción.

Quizá sea más útil señalar que no es el primer fracaso. Rajoy lleva dos años practicando una oposición de gatillazo. Es verdad que lo inicia todo con mucho ardor (elecciones europeas, referéndum de la constitución europea, elecciones vascas, elecciones gallegas…), pero nunca culmina. Quizá sea más interesante preguntarse si quienes le han apoyado lo hicieron desde el amor o por el interés. Esa es una buena pregunta para el futuro. Pero hay otra que es la que se acabará haciendo la ciudadanía camino de las urnas ¿podemos creer que quien falla en la oposición puede no fallar en el Gobierno?