Las esperanzas abiertas de América Latina
El próximo domingo se celebran elecciones en Nicaragua. A día de hoy, el candidato que cuenta con más probabilidades de ganar es el sandinista Daniel Ortega, a quien los sondeos le atribuyen una ventaja de entre siete y diez puntos. Si se confirmase ese resultado, la izquierda latinoamericana volvería a sumar un nuevo triunfo y alimentaría la ola que comenzó hace ya unos cuantos años con la primera victoria de Lula.
Pese a que el foco global se ha traslado a Oriente medio y Asia están pasando cosas muy interesantes en América Latina. La vieja izquierda de salón ha ido siendo sustituida por partidos, movimientos y líderes que que reflejan mejor a la verdadera Latinoamerica (un sindicalista en Brasil, un indio aimara en Bolivia, un mestizo en Venezuela, una mujer en Chile...). El tiempo dirá si todas esas fuerzas políticas acaban siendo víctimas de sus propios excesos pero, en todo caso, lo que ya no tiene marcha atrás es la entrada a la participación política de amplios sectores que no eran tenidos en cuenta por el sistema. Ese hecho, en sí mismo, supone una revolución democrática que en latinoamérica que no tiene precedentes.
Pero para que la esperanza no acabe siendo melancolía, esa revolución democrática tendrá que cristalizar en un proceso de transformación social que por fin mejore las condiciones de vida de toda la ciudadanía. Quizá sea entonces cuando Estados Unidos decida jugar más fuerte. Hasta ahora la presión solo es continua, pacífica y de relativa baja intensidad. Los próximos comicios nicaragüenses son un ejemplo de esa presión. Los emigrantes de ese país -que fundamentalmente residen en norteamérica- mandan remesas a sus familiares que suman entre 550 y 630 millones de euros, una cifra muy importante para una de las naciones más pobres de la zona. De momento Condolezza Rice ya ha recibido un documento en el que se sugiere la posibilidad de que esas remesas sean bloqueadas si la izquierda gana el domingo.
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