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Esa expresión de gratitud quiero extenderla, también, a todos aquellos que han mostrado la solidaridad, el apoyo a España, al Gobierno de España, a las Instituciones de nuestro país, tras el atentado. Han sido numerosos Gobiernos europeos, y lo que es mucho más importante, han sido numerosos ciudadanos, ciudadanos españoles que saben bien a qué mal enfrentamos y ciudadanos españoles que, una vez más, han dado una respuesta de madurez, de ciudadanía democrática ante un gravísimo atentado como el que se produjo el día 30, aquí, en la Terminal 4 de Barajas.
Además, he querido comprobar personal y directamente los efectos destructores de ese vil atentado, y decir desde aquí, en primer lugar, que la justicia, toda la justicia se hará cargo de los autores de esta barbarie que ha costado casi con seguridad dos vidas humanas, que ha provocado una destrucción muy notable. Esas son las reglas de un Estado de Derecho, las reglas de la Democracia y de la Ley. Y la justicia es un camino fundamental para la paz y para el fin de la violencia.
Además de eso, quiero afirmar –una vez más– que ETA, con este atentado criminal y atroz, ha elegido el peor de los caminos posibles. Nada va a conseguir; a nadie va a intimidar. La democracia no se intimida, ninguna de las instituciones democráticas se intimida, y mucho menos el Gobierno.
Los españoles saben que esta es una batalla dura, y saben, además, que cuentan con la firme determinación de las Instituciones del Estado de Derecho para ver el fin de la violencia.
Pero desde aquí quiero decir (desde el escenario de la destrucción), después de muy pocos días de ese atentado tan grave, que la energía y la determinación que tengo para ver el fin de la violencia, para alcanzar la paz, es aun hoy si cabe mucho mayor.
Nada, ni nadie, ni lo que hemos sufrido el día 30, va a detener el derecho de todos los españoles a que nuestras vidas sean unas vidas sin bombas y sin violencia. Y tengo el firme convencimiento de que lo vamos a conseguir.
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