31 mayo 2007

no podemos seguir esperando

Recuerdo las últimas semanas de la campaña electoral de 2004, recuerdo el ímpetu, el entusiasmo de la gente de mi edad. Fueron tiempos en los que sentíamos que vivíamos un momento decisivo para el futuro de nuestro país.

Cuando hablo de aquel periodo con mujeres o con hombres de la anterior generación (la que nació en torno a 1960), suelo decirles que fuimos -que somos- nosotras y nosotros quienes verdaderamente nos identificamos con los valores y propuestas que encarna Zapatero, no ellos.

Hoy, tres años más tarde, sigo sintiendo que hicimos lo correcto, que nuestras intuiciones eran acertadas. Recuerdo la España de entonces, veo la España que compartimos ahora, pienso en la España que podríamos tener hoy si estuviese gobernando la derecha, y no puedo evitar que me brote algo parecido al orgullo, un orgullo ciudadano. Aquella fue la primera gran contribución de nuestra generación, la de los hijos de la Constitución, a nuestro país.

Pero esa primera contribución no puede ser la última. Es algo que me repito al pasear por la calle, al leer el periódico, al ver la televisión: no será la generación de Zapatero quien se esfuerce por defender el proyecto de Zapatero, por seguir fortaleciendo nuestra democracia, por ampliar derechos, por defender la paz, por modernizar nuestro país. Tendremos que volver a involucrarnos. No podemos seguir esperando, toca emplearse a fondo.

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