09 octubre 2007

como el león cobarde del mago de oz


En "Political brain", el libro de Dew Westen sobre el que hablaré en unos días, se desmonta la teoría de la decisión racional en los procesos electorales y se pone el acento en el enorme peso que tienen las emociones de los ciudadanos.


Este tipo de obras verbalizan y ordenan algunas de nuestras intuiciones. La negativa de Mariano Rajoy a debatir públicamente con Zapatero en la campaña electoral de las elecciones de 2004 fue, en mi opinión, uno de los factores que más votos apotó a la victoria del Partido Socialista. Creo que hay dos cosas que la ciudadanía nunca perdona: la cobardía y la bravuconería.


Gordon Brown, el Primer Ministro británico, está comenzando a aprender esa lección por el camino más duro. El inicio de su ocaso será el próximo paso de la siguiente secuencia: ante los buenos indicadores que le ofrecían las encuestas Brown envidó con un posible adelanto electoral, el líder conservador -hasta entonces de capa caída- vió el envite y lanzó un órdago ante el que Gordon se arrugó. Ahora, reflejando nerviosismo, pretende un giro en la opinión pública que muy probablemente acabará siendo identificado en los hogares británico como un movimiento táctico desesperado y bravucón.


A Gordon Brown le esperan años duros, Rajoy conoce el camino: cuando se pierde el valor tan sólo quedan el mal humor y la melancolía.