07 noviembre 2007

racismo de baja intensidad -por ahora-

Siempre que se habla de racismo en nuestro país, recuerdo con orgullo la reacción de la ciudadanía tras el terrible atentado del 11M. No hubo ni un ataque a la comunidad árabe, ni una manifestación, ni una agresión. En mi opinión, ese es un indicador rotundo de la salud de la convivencia en España. De entonces a ahora, nuestro país sigue manteniendo unos índices de racismo y xenofobia mucho menores que los de los países de nuestro entorno.
Sin embargo, la derecha no ha dudado en desplegar, en todo lo referente a las políticas migratorias, un racismo de baja intensidad. Lo ha hecho en cada nota de prensa, en cada discurso, y también en su respuesta a la actualidad.
La utilización de conceptos como "oleada", "efecto llamada", o la vinculación de migraciones e inseguridad ciudadana son pruebas claras de una estrategia que se reflejó, con toda su intensidad, con el video electoral que elaboró el Partido Popular en el que se asoció a las personas migrantes con las cucarachas.
Durante las últimas semanas, se han producido algunas agresiones que han situado al racismo en la primera plana de los medios de comunicación. La respuesta del Partido Popular no ha sido contundente sino ambigua, el tipo de ambigüedad que alimenta el huevo de la serpiente.
Comparar al Partido Popular con el resto de formaciones políticas de centro derecha europeas, es contemplar el radicalismo de una derecha española que se siente más cómoda con Le Pen que con Sarkozy. No son pocas las razones que nos llevan a pronosticar una escalada racista discursiva en el principal partido de la oposición. Espero equivocarme.

Post escrito mientras escuchaba "Mass destruction" de Faithless.