09 diciembre 2007

la espiral del silencio

“En algún lugar, probablemente en Italia, hay una ciudad pequeña con honrados habitantes y un conde y una condesa de un linaje local. Fuera de la ciudad, en un castillo sobre una colina, vive un hombre extraño con ideas sumamente raras. Nunca deja de sorprender a la gente. Quizá sería más exacto decir que en parte los sorprende y en parte los molesta, por lo que prefieren mantenerse a distancia de él.

Un domingo, ese hombre aparece en la ciudad llevando un unicornio con una cadena. La gente no sabe como reaccionar. Poco después, sin embargo, se ve también al conde y a la condesa paseando por la ciudad con un unicornio atado con una cadena. Esto hace que todos en la ciudad se compren un unicornio.

Al domingo siguiente, el extraño hombre del castillo aparece repentinamente con una górgona. La gente se pregunta qué ha pasado con el unicornio. El hombre les dice que se ha cansado del unicornio y que le ha salpimentado y asado a la parrilla. Todos quedan conmocionados. Pero cuando el conde y la condesa aparecen también con una górgona, el asombro se transforma en envidia, y las górgonas se ponen inmediatamente de moda.

Al tercer domingo, el hombre del castillo se presenta con una mantícora y dice a la gente que ha matado a la górgona. Al principio los vecinos se escandalizan; pero después todo sigue el curso habitual: el conde y la condesa se libran en secreto de su górgona y se impone de inmediato la moda de las mantícoras.

Pasa el tiempo. No vuelve a verse al extraño hombre del castillo. La gente esta segura de que también ha sacrificado a la mantícora. Se forma una comisión de ciudadanos para acabar con estos crímenes, y marchan hacia el castillo. Entran en él, pero lo que encuentran los detiene en seco: el extraño hombre está muriéndose en compañía de sus tres animales, el unicornio, la górgona y la mantícora. El unicornio simboliza los sueños de su juventud, la górgona su madurez, y la mantícora, su vejez.

Los habitantes de la ciudad abandonan sus ideas tan rápidamente como las había adoptado: eran sólo caprichos pasajeros. Para el extraño hombre del castillo, por el contrario, representaban la esencia de su vida. Gian Carlo Menotti titula su ballet: “El unicornio, la górgona y la mantícora” o “Los tres domingos de un poeta. Me gustaría explicar porqué creo que también podría haberse titulado “LA opinión pública”.

Todos nos identificamos con el poeta […] El poeta representa nuestra imagen del hombre como un ser fuerte, independiente e imaginativo. Y todos conocemos al conde y la condesa, superficiales “instituidores de tendencias”, sin ideas propias, pero con voluntad de ser líderes allí donde se encuentren. Pero a los que más despreciamos es a los que armonizan con la muchedumbre, burlándose al principio por ser diferentes de ellos, aceptando después todas las nuevas modas y erigiéndose finalmente en la autoridad moral.

Este es uno de los puntos de vista, y es como siempre se han sentido los extraños hombres de los castillos, los solitarios, los artistas y los intelectuales.

Ahora quisiera ponerme de parte del conde, la condesa y la gente del pueblo. Yo afirmo que apoyando al poeta negamos nuestra naturaleza social. Ni siquiera pensamos en el esfuerzo que realizan las personas que viven en una unidad social para mantener unida la comunidad […]

Estoy a favor del conde y la condesa porque las ideas del peta nunca se habrían propagado sin ellos. Ellos son los moderadores, los líderes de opinión que la sociedad necesita […]

Y la gente de la ciudad, la gente que sigue la multitud ¿qué sabemos de sus sentimientos, de sus sueños? ¿Qué sabemos de lo que sucede en su interior […]

Intentemos imaginarnos una sociedad que constase exclusivamente de solitarios, de extraños hombres del castillo. Una sociedad así, carente de naturaleza social o de miedo al aislamiento, es evidentemente imposible. Quizá no simpaticemos con la naturaleza social de los hombres, pero tenemos que intentar comprenderlos para no ser injustos con la gente que se mueve entre la multitud”.

Entre las páginas de “La espiral del silencio –opinión pública: nuestra piel social”- de Elisabeth Noelle-Neuman.


Escrito mientras escuchaba "Love theme from Spartacus", Terry Callier remezcado por Zero7.