14 diciembre 2007

vote different


Ya se que estoy escribiendo mucho sobre Barack Obama y las elecciones en Estados Unidos, pero es que ese proceso electoral es crucial para el futuro de todo el planeta.

Las primarias del Partido Democrata no servirán únicamente para designar su candidato, sino también para abrir la posibilidad de que los neoconservadores norteamericanos dejen el poder.

Son muchas las cosas que me gustan de Obama, una de ellas que no sea el favorito, pero la principal late tanto en el video de este post -inspirado en la campaña de Apple "think different" de 1984, que a su vez referencia el libro de Orwell- como en el artículo "¿Porqué los demócratas pueden perder en 2008?" de Robert Parry en Alternet, cuya traducción viene a continuación:

"
Los demócratas están muy esperanzados de que puedan ganar en las elecciones del 2008, citando la impopularidad de George W. Bush y la rareza de los principales candidatos republicanos, enzarzados en peleas sobre la actitud religiosa adecuada y quién es el más hostil hacia los inmigrantes.

Pero la suficiencia de la jerarquía demócrata podría estar llamando al fracaso, una vez más, porque ignora el que muchos americanos quieren un liderazgo que les habla desde los principios. En vez de eso, los demócratas tratan a menudo a los americanos como consumidores en vez de como ciudadanos, vendiéndoles nuevos programas sociales en vez de articular una causa nacional inspiradora.

La Senadora Hillary Clinton ilustró este acercamiento de consumidor-antes-de-ciudadano cuando anunció su plan sanitario el 17 de septiembre:

"Podemos hablar todo lo que queremos de libertad y oportunidad, de la vida, de la libertad y de la búsqueda de la felicidad pero ¿qué le importa a un padre o una madre que no puede llevar a su hijo enfermo al médico?

Talvez una pregunta distinta sería: ¿Por qué un candidato presidencial piensa que los principios fundadores de Estados Unidos se diferencian del deseo de padres de tener una cobertura sanitaria para sus hijos?

Con su dicotomía dubitativa, la Senadora Clinton sugiere que hay que elegir una cosa u otra – y que los principios fundadores tienen que dar paso a la política sanitaria.

Una consecuencia de este acercamiento pragmático negando los principios es que los demócratas nacionales han rehuido de unir al pueblo americano alrededor de los ideales de la República, aun cuando Bush y su administración los están atacando.

Esos líderes demócratas no parecen pensar que las nociones efímeras – como las cuentas y los balances, el estado de derecho, los derechos inalienables – cuentan para el ciudadano corriente. En su opinión, los seguros médicos y los demás beneficios sociales son mucho más importantes.

El engaño de la guerra de Irak

Los demócratas del Congreso han funcionado de una manera similar, burlándose del público americano con promesas de acabar con la guerra de Irak pero luego utilizando la cuestión como otra moneda de cambio - bañada en la sangre de 3.9000 soldados americanos y centenares de miles de iraquíes-.

Mientras muchos americanos se oponen a la guerra en Irak por razones morales o por motivos legales, el líder de la mayoría, Steny Hover, de Maryland, dijo al Washington Post que los líderes demócratas estaban dispuestos a renunciar a su negativa a dar más cheques en blanco a Bush para la guerra si podían reunir 11.000 millones de dólares para sus programas domésticos.

"Todo el mundo sabe que Bush no tiene ninguna intención de firmar si no tiene más dinero para Irak, sin trabas ni limitaciones" dijo Hoyer. "Creo que al final eso es lo que pasará".

Irónicamente, los republicanos están ya tan acostumbrados a que los demócratas cedan en lo que se refiere a la financiación de la guerra en Irak, que la Casa Blanca está dando indicaciones de que no tiene ninguna intención de dar más dinero a los demócratas por su colapso predecible. Bush parece dispuesto a vetar el gasto doméstico - y a embolsar otro cheque en blanco para Irak.

En contraste con la palabrería demócrata, los republicanos entienden la importancia política de dirigirse a los americanos sobre cuestiones más importantes.

El Comité Nacional de los Republicanos (GOP) – el partido de las rebajas fiscales para los ricos – ha convencido a millones de americanos medios que voten contra sus propios intereses financieros para proteger sus principios, como proteger los derechos de llevar armas, hasta ilegalizar el aborto o reducir la separación entre la iglesia y el estado.

El debate republicano en CNN/You Tube del 28 de noviembre fue dominado por preguntas y respuestas que subrayaban los objetivos de la derecha en vez de hablar de las medidas del programa. Aunque podemos estar en desacuerdo con estas prioridades, van más allá del bolsillo del elector y versan sobre un propósito más amplio para la nación.

Miedo a volar

Los demócratas han sido reacios a entrar en este nivel más alto durante muchos años, más allá de algunos discursos sobre asuntos generales, tratando valores sin controversia como la comunidad o la inclusión.

Los demócratas huyen de defender los principios constitucionales, talvez porque consideran que estos conceptos son demasiado abstractos para los ciudadanos comunes.

Los demócratas han sido débiles, también, en entender el valor de la verdad en democracia. Incluso cuando una administración republicana está en una situación difícil, los demócratas han demostrado que están dispuestos a renunciar a la confrontación y el rendimiento de cuentas por algunos votos sobre programas domésticos.

En 1993 la administración incipiente de Clinton y las mayorías demócratas en el Congreso y el Senado ayudaron a Bush y Reagan a disimular toda la historia de escándalos de seguridad nacional, como el asunto de los Contra en Irán y el escándalo en Irak, ambos involucrando a envíos militares secretos a Oriente Próximo.

El Presidente Clinton luego explicó que sentía que era más importante construir buenas relaciones con los republicanos, cuya ayuda necesitaba en programas domésticos, que perseguir la verdad sobre aquellas cuestiones históricas.

Resultó que Clinton no recibió ayuda alguna de los republicanos en su agenda doméstica y no hubo reciprocidad para los propios escándalos de Clinton. Los republicanos ganaron el control del Congreso en 1994 uniéndose alrededor de la inmoralidad de Clinton.

En 1998 el Congreso controlado por los republicanos impugnó a Clinton por mentir sobre su relación sexual y – aunque el Senado le absolvió – su reputación fue dañada para siempre. Mientras los republicanos repetían a saciedad los errores éticos de Clinton, la única defensa que los republicanos utilizaron fue la del auge de la economía.

Pero hablar al bolsillo de los americanos no bastó para salvar a los demócratas en la campaña del 2000. El Gobernador del Tejas, George W. Bush consiguió vencer las dudas del público sobre su incompetencia subrayando su supuesto compromiso para restaurar "el honor y la decencia" en el Despacho Oval.

Esta promesa – junto con los buenos recuerdos de su padre George Bush y algunos escándalos artificiales sobre la integridad de Al Gore – acercó un poco más a Bush para que pudiera arrebatar la Casa Blanca, mientas los Republicanos seguía dominando el Congreso hasta 2006.

Indignación pública

Finalmente en la Campaña del 2006, los demócratas empezaron a dar voz a la indignación pública sobre las mentiras que habían justificado la invasión de Irak. Millones de americanos estaban también inquietos de que Bush no tuviera reparo alguno en pisotear las libertades constitucionales de la nación, aseverando sus poderes ilimitados como Comandante en Jefe.

Intentado salvar las mayorías republicanas en las cámaras, Bush utilizó el miedo una vez tras otra durante la campaña, argumentando esencialmente que podría proteger a los americanos para que pudieran ir de compras en los centros comerciales.

En realidad la balanza entre principios e interés propio se inclinó hacia los demócratas. Fueron ellos quienes tuvieron la visión más idealista de los Estados Unidos como una nación valiente que no iba a rendir su Constitución al miedo.

Los resultados electorales fueron una victoria sorprendente para los demócratas, puesto que reconquistaron el Congreso y el Senado.

Los activistas demócratas de las bases empezaron a pedir que sus nuevas mayorías fuesen duras contra la guerra en Irak de Bush y que buscasen su impugnación si seguía siendo arrogante con los poderes constitucionales.

Pero los asesores demócratas de Washington empezaron rápido a reafirmar su influencia en el partido al nivel nacional. Llamaron a que los líderes guardasen sus propuestas para acortar la guerra en Irak y se olvidasen de cualquier idea relacionada con la impugnación y aconsejaron que se dedicasen mejor a cuestiones del día a día, como incrementar el salario mínimo.

"La gente no está esperando que su parlamentario en el Congreso resuelve la guerra en Irak" dijo la encuestadora demócrata Celinda Lake. "Si el Congreso se dedicara a eso ahora, parecería rifi-rafes entre partidos, en vez de estar solucionando los problemas de la gente normal".

La opinión de Lake que la Guerra en Irak era una distracción era compartida por varios importantes demócratas en el Congreso, incluyendo a Hoyer y a Rahm Emmanuel de Illinois.

Refiriéndose al aumento de tropas en la guerra de Irak de Bush y la necesidad de enfocar la agenda doméstica de los demócratas, Emanuel dijo: "Sé dónde está el apoyo para más tropas y sé dónde está el apoyo para el incremento del salario mínimo":

Pero la indignación de las bases demócratas obligó a que el liderazgo del congreso fingiera por lo menos que quería acabar con la guerra. Por ello los demócratas llevaron a cabo una lucha legislativa de las más raras, proponiendo resoluciones en contra de la guerra e intentando fijar fecha de caducidad a las leyes de financiación.

Cuando tuvieron que enfrentarse a los filibusteros republicanos y a un veto de Bush, los demócratas se rindieron. En vez de utilizar a sus propios filibusteros para vetar otro cheque en blanco para la guerra, los demócratas se rindieron.

En el frente constitucional, no sólo evitaron hablar de impugnación, sino que ni organizaron ninguna investigación sobre los abusos de poder de Bush.

En vez de iniciar investigaciones al estilo de Fullbright sobre la desastrosa guerra de Irak, el Senador Joe Biden, el Presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado decidió presentarse a candidato a la Presidencia de los Estados Unidos. Otro presidente de comité organizó algunas comparecencias dispersas pero nada sostenido ni comprensivo.

Incluso ante las nuevas revelaciones que la CIA de Bush había destruido videos de supuestas torturas a supuestos terroristas, los demócratas se han limitado a pedir a la administración Bush que se auto-investigue.

Para decirlo con tacto, el comportamiento de los demócratas en el último año no ha sido exactamente inspirador.

Una base nerviosa

Ahora, los líderes demócratas se están portando como si tuvieran garantizados un aumento de escaños en el Congreso y su regreso a la Casa Blanca, si no ofenden a nadie en los próximos once meses.

Pero las bases demócratas están nerviosas. Ya han visto este tipo de ilusiones antes – y acaba en general con una campaña demócrata confusa y otra victoria republicana.

Puesto que se considera que Hillary Clinton es la principal profesional de la política de evitar hablar de los principios, muchos demócratas de toda la vida se están volviendo en su contra.

Algunos habrían preferido a Al Gore, que combina una gran experiencia en cuestiones claves como el medioambiente con la visión necesaria para haberse opuesto a Bush en la guerra de Irak y sus ataques a la Constitución. Pero Gore ha elegido una vida de admirado ciudadano privado.

Todo ello ha hecho que muchos demócratas que están incómodos con el pragmatismo obsesivo de la Senadora Clinton apoyen al Senador Barack Obama de Illinois, a pesar de su limitada experiencia y su propia tendencia a dejar que prime la conciliación sobre el conflicto.

Aunque Obama provocó una buena impresión con su elocuente discurso ante la Convención demócrata en 2004, era sorprendente constatar que no nombrara a Bush específicamente en sus críticas ni explicaba porqué el país tenía que despedir al Presidente.

Mientras otros demócratas se unieron a Obama, John Kerry emergió de la convención sin provocar entusiasmo.

A pesar de todo, un número creciente de demócratas de las bases parecen dispuestos a jugárselas ahora en lo que esperan sea una candidatura inspiradora de Obama, en vez de apoyar la perspectiva de una campaña sombría de Hillary Clinton.

Más que cualquier otra cosa, muchos demócratas de las bases quieren enviar un mensaje al liderazgo demócrata que – a pesar de lo que digan los sondeos profesionales – los principios sí cuentan para los americanos".

Escrito mientras escuchaba "Lay, lady Lay" deBob Dylan


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