22 enero 2008

los idos de marzo

Telita con el PP, telita. Espectáculo en sesión continua desde que Rajoy se pulió a Gallardón. Se sube el telón: Fraga que llega al desayuno de la Presidenta de Madrid y dice "soy de Gallardón y vengo a explicárselo a la Señora Aguirre"; se baja el telón. Se sube el telón: Esperanza Aguirre afirma que no se cree que Gallardón vaya a dejar la política; se baja el telón. Se sube el telón: Gallardón se sincera, "me han clavado un puñal, pero las heridas cicatrizarán"...

¿Un puñal? Si, si, Alberto sabe que es un puñal porque se lo han clavado por la espalda, que es por donde se clavan los puñales, y también porque, a falta de veneno, el puñal siempre ha sido el arma más recurrente en las intrigas palaciegas, sobre todo en las conjuras. En caso de duda, que le pregunten a Julio Cesar.

Claro que aquella era otra época. Eran tiempos en los que se quedaba para cenar, y ya a los postres, entre uva y uva, se iba acordando cómo llevar a cabo el magnicidio. No basta con que haya conjurados para que pueda haber una conjura, tiene que haber acuerdo entre las partes.

Pero el PP nunca ha sido el partido del consenso. Ni pactan con los demás, ni pactan entre ellos. Por eso empezaron a llover puñales sobre Alberto cuando se acercó a Génova el otro día. El puñal de Aguirre, el puñal de Acebes, el puñal de Aznar y, finalmente, con Alberto postrado en el suelo, el puñal de Rajoy, "¿también tú, Cesar?, ¿también tú?"

Escrito mientras escuchaba "Bang, bang" de Nancy Sinatra