03 enero 2008

show must go on?

El populismo se está adaptando al siglo XXI velozmente. Pienso en Sarkozy, en el modo en que su equipo está manejando su relación con Carla Bruni. Por un lado, la mediatización de la política encaja bien con las tendencias presidencialistas que sembró De Gaulle en el país vecino. Por el otro lado, Sarkozy cierra su propio camino de vuelta: no hay billete de regreso desde las páginas del corazón. Ocurra lo que ocurra en su vida durante los próximos años, décadas, seguirá recibiendo el marcaje de los paparazzis. No acabará bien.

Es la misma obsesión que pudo apreciarse en la gestión francesa de crisis diplomática del Chad, o en lo que le ha ocurrido a Chavez durante los últimos días con los secuestrados por la guerrilla: cuando tres minutos de telediario parecen importar más que la resolución de un problema, parece lógico que la otra parte entre en el mismo juego, retrase la solución y eleve sus demandas en las negociaciones.

El Gobierno español fue más cauto, más discreto, y más eficaz, tanto en la crisis el Chad, como en la liberación de las cooperantes que fueron secuestradas en Somalia y que ya están de camino a nuestro país. Es una manera de hacer política poco amiga del espectáculo. Es la acertada.

Escrito mientras escuchaba "know how" de Kings of convenience & Feist