ni una letra
"Se dice que Omiya Akifusa no volverá a decir ni una palabra. El novelista, que tiene setenta años, tampoco volverá a escribir una sola letra. Es decir, además de que no volverá a escribir novelas, no volverá a escribir ni siquiera una palabra suelta. Su mano está paralizada, tanto como su lengua [...] Resulta extraño, ¿verdad?, que un hombre que pasó más de cuarenta años de su vida usando letras las haya perdido por completo [...]
[...ella me cuenta...] -Hay una novela de mi padre en la que he pensado con frecuencia desde que le sucedió este percance. En ella escribió sobre un joven que le enviaba unas cartas extrañas casi todos los días y que deseaba ser escritor. El muchacho se volvió loco y lo recluyeron en un manicomio. Por ser peligroso no le permitían tener pluma, ni tintero, ni lápices. Lo único que podía tener era papel. Cuentan que se pasaba el día frente al papel en blanco escribiendo... O, más bien, con la idea de que estaba escribiendo. Porque el papel permanecía en blanco. Lo que he dicho hasta aquí fueron los hechos. Lo que sigue es el relato de mi padre. Cada vez que la madre iba a hacerle una visita, el muchacho le decía: "Mamá he escrito algo ¿Me lo lees por favor?" Al ver la hoja sin una letra, la madre sentía ganas de llorar. Sin embargo, mostraba un rostro sonriente y le decía "Está muy bien escrito: ¡Qué interesante!". Con mucha frecuencia, importunada por los ruegos de su hijo, la madre le leyó la hoja de papel en blanco. Se le ocurrió contarle sus propias historias, haciendo ver que las leía. En eso consiste la idea de papa. la madre le cuenta al joven su niñez. El joven loco cree que lo que escucha es el documento que él escribió con sus propias memorias. Los ojos le brillan de orgullo. La madre no sabe si él comprende lo que le cuenta. Sin embargo, al repetir la historia cada vez que lo visita se va volviendo un poco más hábil hasta que llega un momento en que tiene la sensación de estar leyendo de verdad una obra de su hijo. Recuerda cosas que habían olvidado. También los recuerdos del hijo se van tornando más hermosos [...]
Etiquetas: Yasunari Kawabata
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