03 septiembre 2009

sorolla: siesta y voracidad

Hace ya unos años, le regalé a mi amigo Andrés, una de mis películas favoritas: "Una historia del Bronx". Conservo algunas de sus mejores frases en la memoria, y de vez en cuando las saco a tomar el fresco. Especialmente una de ellas, "nada es más triste que el talento desperdiciado". Raro es el mes que no la pronuncio.

Y ayer, volvió a pasar. Fue en la salida de la exposición de Sorolla en el Prado. Comprendí plenamente, las críticas de la Generación del 98 al modo en que Sorolla se dejó caer en la tentación del comercialismo, fea palabra y peor actitud.

En una época de búsqueda, crucial en la historia del arte, en un tiempo de asunción de riesgos, un hombre bendecido con el don de la pintura, que había sido capaz de ir liberando su pincelada desde la primera etapa italiana hasta el cuadro "La siesta" -una obra de una modernidad, de una vitalidad asombrosa-, se dejó llevar.

Por eso, ya frente a la Cibeles, de nuevo la pregunta inútil, el ¿Qué hubiera pasado si...? Si el cuadro de "la siesta" hubiese abierto una puerta en el mar de Sorolla, una nueva etapa. Y, también, entre el disfrute y la nostalgia, la admiración azuzada por los creadores incapaces de aplacar su voracidad creativa. Para ser grande no basta con ser un elegido. El permanente despertar.



Imagen del post: detalle en blanco y negro de "La siesta", by Sorolla
Escrito mientras escuchaba "Disapear" de Mazzy Star

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