22 marzo 2010

delicada(mente)

Fue el otro día, justo al llegar aquí. Me di cuenta de que no hablaríamos sobre esto. Es tanto, tanto lo que está ocurriendo, que no es fácil ver lo que nos está pasando. Quizá por eso van las conversaciones por donde van y enciendo los cigarros como los enciendo, cada vez más en silencio. Invitaciones a escucharte, y a café con leche, mediada la mañana. No, ya no hablaremos de esto. Y, sin embargo, puedo escribirte.

Todavía.

Contarte que ando dándole vueltas a un matiz, que desde el otro día no hay noche sin búsqueda. Busco la diferencia entre lo frágil y lo delicado. Ya ves, últimamente me dedico a este tipo de cosas. Hemos de emplear más tiempo al elegir cada palabra, a desplegarlas en todo su tiempo y su extensión, cuidadosamente.

Esta vez, sin prisa.

Aunque sólo sea para averiguar, al menos en este caso, si el método puede ser la solución; si la diferencia entre lo frágil y lo delicado podría estar no en el final sino en todo lo anterior. De ser así, la copa de vino industrial sería frágil y la creada a partir del soplo del artesano, delicada.

Tarde o temprano abriremos una botella, y beberemos hasta el amanecer. Cuestión de tiempo.