11 marzo 2010

publicidades


En la publicidad que vemos estos días, pueden apreciarse no sólo los diferentes grados de sofistificación en la elaboración de los mensajes, también pueden percibirse indicios del tiempo en que nos encontramos. Diferentes perspectivas frente a la crisis económica internacional.

Algunos sectores, como la banca y los seguros, se mueven en el campo de la asociación. Los menos arriesgados ponen en valor el punto fuerte de su imagen de marca, mientras que los más osados positivizan su debilidad, recurriendo por ejemplo al sentido del humor, incluso al humor absurdo, para vender por ejemplo cercanía. Ambas estrategias son conservadoras. No buscan nuevos clientes, quieren evitar fugas de agua. Mapfre.

Otros se mueven en el ámbito de las sensaciones, como las empresas teconológicas y automovilísticas. Su objetivo es la venta de un producto concreto, y su estrategia pasa por ofrecer al consumidor la posibilidad de sentir algo que de otro modo no podría sentir. La música suele ser el ingrediente central y la presencia del sexo, cada vez menos subliminal. Shakira y Seat.

También están, casi en la cúspide de la sofistificación, quienes ofertan una historia. El relato es el nuevo logo del capital. La marca, el acceso a un modo de vida. Reconfiguración de identidades. Su materia es el tiempo. Nike.

Sin embargo, en mi opinión, el futuro podría estar en otra parte. Algunas opciones emocionales e intelectuales frente a la crisis: el miedo (asegurar), la huída (experimentar), la negación (repetir)... Pero hay más, por ejemplo, el aprendizaje. Y nadie, hasta donde yo he visto, ha trabajado sobre el tema en publicidad.