21 junio 2010

la vida entera

"Cuando hace años la observaba así, con esa mirada, se abría ante él, se mostraba transparente para que pudiera verla hasta en lo más profundo de su ser. A nadie, excepto a él, le permitía que la mirara así [...]
Pero a él se le entregaba -qué horrible palabra esa, entregarse- se le entregaba siempre, toda ella, prácticamente desde el momento en que lo conoció [...]
Sabía comprenderla, era el único que podía llegar a conocerla de verdad y fertilizarla con la mirada, con su mera existencia, hasta el extremo de que sin él ella no existía, no tenía verdadera vida sin él, y por eso era toda suya [...]
Así es como era cuando tenía 16 años, y 19 y 22, pero en este momento aparta con un gesto firme su mirada de él como si temiera que de pronto le vaya a hacer daño, que la castigue por algo, que se vengue de ella. O Quizá porque teme que él vaya a descubrir que ahí ya no hay nada, que aquella Ora suya se ha secado..."


Palabras de David Grossman en "La vida entera"

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