31 diciembre 2010

something else

Andaba buscando algo diferente para el último post del año. Tenía claro cuál sería la canción, va muy en la línea de lo que ha sido para mí este veinte10. Y recibí un correo electrónico, poco más que un enlace, dirigido a un tema sobre el que hablé hace unos días en un seminario sobre economía y comunicación. Así que, bueno, me animé a poner aquí lo que conté entonces...

"Quienes se dedican a la comunicación política, tienen tendencia a vivir una secuencia que suele encontrarse en las comedias románticas.

Yo lo llamo: “cuando la chica se ha ido al aeropuerto”.

Éramos felices, hacíamos una buena pareja, pero se desencadenó una crisis y las consecuencias se precipitaron.

Ella hizo las maletas, compró un billete de ida, y se marchó.

A continuación, nosotros, hemos tenido que superar el shock, hemos bajado corriendo las escaleras, y nos hemos subido en el primer taxi.

Mantenemos la esperanza de llegar a tiempo.

Es entonces cuando nos damos cuenta de que si logramos llegar antes de que despegue, necesitaremos un buen mensaje.

Necesitaremos ser claros pero también honestos.

Necesitaremos evocar, necesitaremos inspirar, pero, además, tendremos que ser breves.

Un minuto hablado contiene 140 palabras, un mensaje en Twitter 140 caracteres: ese será nuestro límite.

El taxi no avanza deprisa, estamos atravesando un gran atasco, y dar forma a nuestro mensaje es lo único que podemos hacer si queremos aprovechar el tiempo.

Por eso nos centramos en los elementos centrales de cualquier relato y de nuestra historia.

Los personajes.

El tiempo.

El espacio.

Y los sucesos. Los hechos.

Comencemos por los personajes.

Concretamente en uno: el antagonista.

La primera tentación, consiste en demonizar al adversario. Permite descargar, en forma de ira, parte de nuestra tensióny además, funciona.

Hay pocas cosas con tanta capacidad de unir a las personas y motivarlas,como un gran villano.

Pero la realidad es más compleja.

En esta crisis, en esta historia, nuestro antagonistani es singular, ni es concreto.

De hecho sucede justo lo contrario: es plural y es difuso.

Por lo tanto, dado que queremos ser honestos, quizá sea más útil centrarnos en la responsabilidad que en la culpabilidad.

La lógica narrativa de las responsabilidad tiene tres ventajas:

Uno. Es más fácil de compartir.

Dos. Inhibe la dinámica del conflicto, evitando el riesgo de que se repita en Europa lo que vivimos tras la crisis de 1929.

Y tres. Activa la dinámica del reto colectivo.

No se centra sólo en las causas también se dirige hacia las soluciones.

Nos lleva a hacer las cosas mejor, pero también a algo más importante, a asumir el desafío compartido de querer ser mejores.

¿Merece la pena que nuestra comunicaciónavance siguiendo la lógica de la responsabilidad?

Yo creo que sí.

Y lo creo, porque cada personaje -al definir a su antagonista- se está definiendo también a sí mismo.

Al fín y al cabo,si los ciudadanos exigen nos exigen más a los progresistas que a los conservadores, es porque nosotros no nos conformamos con hacer las cosas bien, también queremos construir una sociedad mejor.

Bien, ya tenemos el apoyo del taxista, se siente responsable. Está de nuestra parte y se lo está tomando en serio. Quizá lleguemos a tiempo.

Hablemos sobre el tiempo, como elemento de nuestro relato.

Solemos pensar que las relaciones humanas se sostienen sobre el trayecto que hemos recorrido, sobre nuestros recuerdos comunes.

Efectivamente, es importante.

También lo es el presente, lo cotidiano, el modo en que encaramos los riesgos, las obligaciones y los momentos de encuentro diarios. Los detalles.

Pero se habla menos del futuro como terreno que sostiene las relaciones.

Y cuando en cualquier relación humana o social, se pierde, se olvida o se renuncia a la idea de futuro, el compromiso adquiere fecha de caducidad.

En esta crisis, la cantidad, la velocidad, la importancia de los hechos que suceden a nuestro alrededor, tiende a situarnos ante una segunda tentación.

La tentación de encerrarnos en el presente inmediato.

Es una tentación comprensible, en esta era de la incertidumbre, el mejor remedio contra la ansiedad de la gente es ofrecer la sensaciónde que todo está bajo control.

Desgraciadamente, decir que lo comprendemos todo, que podemos predecirlo todo, y que disponemos de todos las herramientas que podamos llegar a necesitar, es un remedio que tiene importantes efectos secundarios.

El más grave de elloses que baja nuestras defensas frente a la realidad, haciendo posible que los hechoslleguen a dañar nuestra zona central: la credibilidad.

En política económica, en política, los progresistas perdemos legitimidad cuando no ofrecemos una idea de futuro.

Los ciudadanos pueden llegar a asumir que no estuviésemos preparados para afrontar la mayor crisis económica que ha vivido la humanidad.

Es evidente que nadie lo estaba.

Ninguna empresa, ninguna institución, ningún país.

Pero hay algo que nunca podrían perdonarnos, y es que no ofrezcamos un proyecto de futuro.

¿Merece la pena que nos esforcemos más en hablar del futuro?

Yo creo que sí.

Lo creo porque al perfilar el futuro,estaremos definiendo el presente, y dando sentido a lo que hacemos cada día.

La ansiedad puede paliarse con medicamentos, pero sólo puede superarse creando sentido, construyendo significados.

En muchas ocasiones se nos pregunta:

¿cuándo llegará la recuperación?

A día de hoy, todo parece indicar que estamos más cerca, que ya dejamos lo peor atrás.

Sin embargo, en mi opinión, hay una pregunta más importante.

¿En qué consiste la recuperación?

¿Qué recuperación queremos?

Nosotros no nos conformamos con volver al día anterior de la quiebra de Lheman Brothers.

Aspiramos a mucho más que a retrasar los relojes.

Aspiramos a un nuevo modelo de economía: más transparente, más justo y más sostenible.

Y aspiramos, también, a un nuevo modelo de sociedad, a la actualización de nuestro modelo de bienestar.

No nos conformamos con defender el sistema de bienestarque hemos alcanzado, no somos gente conservadora, queremos mejorarlo, queremos modernizarlo.

Esa es la tarea que afronta mi generación: nosotros que somos los hijos del bienestar, y que ahora estamos comenzando la exigente tarea de ser padres.

Seremos nosotrosquienes tendremos que configurar el futuro, quienes tendremos que encauzar la recuperaciónhacia un modelo de sociedad.

No podemos lograrlo de un día para otro, es cierto. Pero podemos conseguirlo porque no estamos encerrados en el presente continuo. No somos tecnócratas. Somos personas que confían en la política, en la fuerza de las ideas y de la palabra.

Ya estamos en el aeropuerto.

El taxista nos desea suerte.

Atravesamos las puertas automáticas, buscamos las pantallas.

Al verlas, al ver la cantidad de vuelos y conexiones, sentimos que vivimos en un mundo hiperconectado.

Quedan tres minutos para que embarque.

Mientras corremos, podemos pensar en el espaciocomo elemento narrativo.

Definamos el espacio de nuestra historia.

No es un paisaje, es una red. Una red en la que circula la información, pero también algo más. Ya es una red que toma sus propias decisiones.

El 60% de las decisiones diarias el mercado no son tomadas por personas, son tomadas por programas informáticos, en una competición en la que el resultado depende de milésimas de segundo.

Es difícil de asumir intelectualmente, pero si la humanidad desapareciese mañana, es probable que el mercado siguiese funcionando por si mismo.

Por esta razón,creo que no debemos hablar de a quién nos estamos afrontando, sino de qué es lo que tenemos frente nosotros.

¿Merece la pena plantearse si queremos que las personas trabajen para los mercados, o si preferimos que los mercados trabajen las personas?

Yo creo que sí.

Creo que debemos hablar más del mercado en términos de red.

De hecho no pocas de las turbulencias de estos días, siguen los patrones de los virus informáticos: programación,lanzamiento, contagio y colapso.

Y sólo hay un antivirus.

Si queremos llegar a encontrar la forma de aumentar la transparencia, e impulsar nuevos mecanismos de control en la red financiera. Ese antivirus es la política.

Y hemos de reivindicarla.

A menor escala hemos conseguido hacerlo antes, muchas veces.

Basta con fijarnos en el aeropuerto que recorremos a toda velocidad: miles de vuelosaterrizan y despegan en todo el mundo. Millones de personas.

Personajes.

Tiempo.

Espacio.

Y sucesos centrales.

Hechos.

Ella está de espaldas, a menos de cincuenta metros, es la última en la cola del embarque, buena señal.

Tenemos que tomar aire, nos estamos acercando a un momento decisivo y necesitaremos comunicar bien.

La honestidades algo más que decir lo que está pasando, es algo más que decir lo que estamos pensando.

También es decir lo que estamos sintiendo.

Y para eso hace falta valentía.

Estamos acostumbrados a asociar la fortaleza con la imposibilidad de cometer errores, con la ausencia de emociones.

Es un error.

Al comunicarnos, como al callarnos, no reflejamos únicamente lo que hacemos,también transmitimos lo que somos.

Cuando tenemos que tomar decisiones difíciles, lo primero que se pregunta nuestro interlocutor es si seguimos siendo lo que éramos.

Eso es lo que está pasando ahora.

Ella se da la vuelta.

Estamos a cinco pasos.

Cuatro.

Tres.

Dos.

¿Merece la pena decir que haremos lo que hay que hacer,sin dejar de ser lo que somos?

Yo creo que si.

Creo que es un mensaje necesario.

Creo que estamos en el momento de decir que la mejor manera de superar esta crisis, consiste en preguntarnos qué es lo que queremos transmitir a las futuras generaciones".


1 Comments:

Blogger Unknown said...

Querido Pablo:

Muchísimas gracias por este increíble relato. Por esta maravillosa reflexión. Por compartirlo.
Estoy de acuerdo contigo y lo has trasladado de manera brillante.

Mi deseo para el 2011 que sigas manteniendo este gran lugar. Este blog en el que encuentro siempre una joya, una reflexión necesaria...

De verdad, sigue así y sigue con esto. Gracias

9:57 p. m.  

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