24 febrero 2011

continuidad


"En 1959, Florence Green pasaba de vez en cuando alguna noche en la que no estaba segura de si había dormido o no. Se debía a la preocupación que tenía sobre si comprar Old House, una peequeña propiedad con su propio cobertizo en primera línea de playa, para abrir la única librería de Hardborough. Probablemente era esa incertidumbre lo que la mantenía despierta".

Así es como empieza "La Librería", la delicada, limpia y contundente novela de Penelope Fitzgeral. Palabras contadas como en un murmullo, sin aristas, hasta culminar en una frase final que te deja mirando el techo y hace difícil cerrar el libro.

Algo tienen las historias de quien persigue su sueño, con independencia de su escala. Es probable que nos conecten con la amenazada continuidad de nuestras vidas. Los cambios son muchos y son profundos. Nosotros mismos somos diferentes de un minuto al siguiente. No siempre puede concluirse que tras una cosa vaya la otra, se nos fragmentan los días, las emociones y las ideas. Identidades.

Pero tener un sueño, sentir la intensidad, el sentido de un propósito, ayuda a hacer pie, a apretar los dientes, a tratar de seguir avanzando. A no claudicar frente a lo absurdo.

Sharon Jones, en otro arte, transmite algo parecido. Orilla contraria, ásperos los matices.