09 septiembre 2012

Mansfield Park / Jane Austen


Puede que esta sea la novela más contundente de Jane Auten, la de mayores recovecos. En mi opinión, también la más violenta. Una violencia distinta a la que estamos acostumbrados, menos ruidosa y nada sangrienta, pero retorcida.

La violencia siempre ha estado entre nosotros, anidada en muchas formas. Y buena parte de lo mejor de nuestro recorrido está en la lucha de nuestra inteligencia frente a la barbarie. No sé si en este periodo, en el que lo “gore“ predomina, estamos perdiendo sensibilidad para poder detectar las variaciones, los matices, las sutilezas de la brutalidad.

Uno ve lo que lo que ocurre dentro y fuera de los personajes de esta novela, lee lo que se dicen o se escriben, y tiene la seguridad de que el agua ni se altera dentro de las finas copas. Sin embargo, en esas páginas puede sentirse el peso de una sombra cruel e inconcebible. Cruzando el aire va hacia las tripas de aquella gente. Aquí una prueba, una huella:

“Todo eso me convenció, muy dolorosamente, de que nunca la había comprendido hasta entonces, había sido la mujer creada por mi imaginación, no en ella, en quien yo había sido capaz de soñar durante todo aquel tiempo. Le dije que, acaso fuera mejor así.

Así había menos razones para lamentar el sacrificio de una amistad, unos sentimientos, unas ilusiones que, de todos modos, hubiera tenido que arrancar de mi alma.

 Y que, a pesar de ello, debía y quería confesarle que de haber podido devolverla al lugar que siempre había ocupado en mi imaginación, lo hubiese preferido. Incluso con el consiguiente aumento de mi dolor por la separación, porque así me habría quedado con el derecho a una ternura y un sentir por ella”.