12 febrero 2013

El gran Gatsby / Francis Scott Ftzgerald


Las nuevas formas de expresión y comunicación, son también nuevos medios de vida. Bastantes de los creadores de la “generación perdida” acabaron trabajando como guionistas cinematográficos. Natural.

Hay varias escenas / secuencias en el “Gran Gatsby” que lo demuestran bien, por ejemplo este travelling con el que podemos seguir el movimiento de la cámara: 

 “El césped nacía en la playa y se extendía a lo largo de medio kilómetro hasta la puerta principal, salvando relojes de sol, senderos de terracota y jardines encendidos, para, por fin, al llegar a la casa, como aprovechando el impulso de la cerrera, escalar la pared transformado en enredaderas saludables, que refulgían con reflejos de oro y se abrían de par en par al viento y al calor de la tarde. Tom Buchanan, en traje de montar, estaba de pie en el porche, con las piernas abiertas...”

 También en esta libro de Fitzgerald, veo una reflexión en torno a lo autodestructivo. Y la veo a partir del contraste que se va desarrollando entre dos de las fuerzas dominantes de la historia: la esperanza y el cinismo.

El cinismo del culto al dinero fácil, a la impunidad y la inconsistencia; y la esperanza entera, constante y hasta un poco fanfarrona de Gatsby. Gatsby héroe a su pesar. Héroe por no tener un final feliz, héroe por enfrentase a un naufragio en la mediocridad. Héroe sin remilgos,  sin echar cuentas, ni andarse  miramientos. Con todo y a por todo, para nada.  Y está bien, claro que si.