las otras puertas
Menos de dos metros cuadrados tienen la culpa. Por eso estoy en Oslo, porque desde que era un crio decidi que veria el grito de Munch frente a frente, cara a cara. Los libros no bastan para ver arte, se pierde demasiado en la fotografia, por muy buena que sea. Es la velocidad de la pincelada, la libertad en el trazo, no se... algo cercano a la respiracion del cuadro.
Subir ayer las escaleras de la Galeria Nacional era como acercarse a la confirmacion de un deseo primitivo, entrar en la sala... no encontrare nunca las palabras. Demasiado intimo.
Estaba alli porque mis padres compraron un libro, un libro que alguien vendio, que otros transportaron, publicaron, encuadernaron, escribieron... El resultado de lo improbable elevado al cubo.
Que verdad es que los los libros son como puertas que abren otras puertas, y que, por eso, al caer la tarde entre en el parque de Vigeland, un escultor que desconocia, un creador poderoso, humano hasta estremecerte, hasta reconciliarte con el destino.
Hoy, en la libreria del Museo Munch, compre dos libros: Munch para mi padres, Vigeland para los hijos que todavia no he tenido.
Y ahora, Estocolmo.
Etiquetas: vida
1 Comments:
He llegado a tu blog por casualidad, escribiendo Viegeland en Google.
Solo decir que me ha encantado este artículo, pues al igual que tu, sentí lo mismo al subir por las escaleras del Museo, viendo el Grito, me quede observándolo no se cúanto rato, porqué es genial. Desde mi época de instituto que esperaba ese momento.
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