19 julio 2010

jaulas de oro

En las estanterías, los libros también pueden organizarse como se archivan los casos en las comisarías o en las consultas del psiquiatra. Por tipos de casos.

"El primo Basilio" -la enorme novela de Queirós-, sólo puede tener una vecina, "Madame Bovary". Retratos de mujeres atrapadas por el cinismo y la incomprensión en lugares y tiempos que no hacen justicia al calor de su deseo.

"... Y como quien destapa un frasco cuidadosamente guardado y se admira de ver que el perfume se ha evaporado, se pasmó al hallar su corazón vacío".


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12 julio 2010

No bastaba con la victoria


Que el tiempo nos dé la oportunidad de contarle a nuestros nietos, que hubo un equipo al que la victoria no le resultaba suficiente.

Si hoy somos así felices, no es por lo que reflejó el marcador, sino por lo que vimos sobre el cesped.

Mantener la fidelidad a uno mismo, al estilo propio, en las circunstancias más exigentes, incluso cuando el adversario recurre a la violencia, llevó a todo nuestro país a compartir el grito más grande nuestra historia. Sólo tres letras para 45 millones de mujeres y hombres: gol. Saltamos hasta tocar el cielo.

Claro que la vida es más complicada que aquellos 120 minutos, y que las reglas son más complejas que las de un juego. Pero tenemos algo real a lo que agarrarnos. No es un trofeo, somos nosotros.




05 julio 2010

"Olive Kitteridge", Elizabeth Strout

El otro día, me encontré en La Vanguardia el titular de una entrevista que me gustó: "Amamos de modo imperfecto, eso nos hace humanos". Al leer las respuestas de Elizabeth Strout decidí comprarme su libro-"Olive Kitteridge" esa misma mañana.

13 relatos que pueden leerse por separado o como una novela. Mejores y peores. En todos, el efecto Chejov-Tolstoi. La fuerza de la gravedad de aquellas miradas capaces de desentrañar. Y, sin embargo, momentos de gran limpieza y unas palabras demoledoras:

"Cuantas cosas ignoraban los jóvenes, pensó, acostada junto a aquel hombre, notando su mano en el hombro, en el brazo; cuantas cosas ignoraban los jóvenes. Ignoraban que los cuerpos torpes, viejos y arrugados estaban tan necesitados como los suyos, jóvenes y firmes; que el amor no se puede tirar como si tal cosa [...]No, si a uno le ofrecían amor, lo aceptaba o no lo aceptaba. Y si la bandeja había estado repleta de la bondad de Henry y ella la había encontrado pesada y la había arrojado al suelo miga a miga, fue porque no sabía lo que había que saber: que, de forma inconsciente, los días se desperdiciaban uno tras otro."

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