10 marzo 2007

redes al servicio de la democracia



Muchas gracias por el video Rosa.

Texto de mi intervención en las Jornadas Ciudad Digital celebradas en Huesca:

"Hola, soy Pablo Pombo,


Pertenezco a la primera generación de españoles que ha vivido siempre en paz y democracia.

Crecimos bajo el peso de una etiqueta sociológica injusta, como todas. De nosotras y nosotros se decía que éramos la “generación X”, se dijo que éramos egoístas, apáticos, que no nos interesaba el bien común. Pero sin hacer ruido fuimos capaces de romper esa losa.

Fue un logro por acumulación, una conquista lenta y tranquila que se inició bajo el lema de “otro mundo es posible”, continuó con la ejemplar movilización por el desastre del Prestige, y creció definitivamente en torno al “No a la guerra”. Con ese equipaje llegamos a los días previos a las últimas elecciones generales.

El 14 de marzo de 2004 se evidenció que políticamente somos hijos de la Constitución, pero que tecnológicamente somos los “hermanos spectrum”. La generación de los ordenadores personales, de los teléfonos móviles y de Internet.

Es una buena mezcla, sin duda. Un mezcla con potencial, ahora toca hacerla potente, poderosa. Ese es el principal reto que, a mi juicio, tiene nuestra generación por delante.

No. No serán otros quienes escriban nuestra historia, seremos nosotras y nosotros. Será nuestra aventura, una aventura para la que no tenemos ningún mapa del tesoro. Por eso resulta apasionante.

Por eso tendremos que afrontar el futuro como pioneros, como alquimistas, probando combinaciones de ingredientes, buscando la armonía entre ritmos diferentes.

Porque cada cosa tiene su ritmo, y el ritmo tecnológico es muy distinto del político. Nuestro país es un claro ejemplo:

Durante las tres últimas décadas, la evolución española en el ámbito de la tecnología ha sido continua y exponencial; mientras que, políticamente, apenas hemos vivido dos grandes saltos: la modernización impulsada por Felipe González, y el proceso democratizador que encarna José Luís Rodríguez Zapatero.

Esa es la primera cuestión que quiero resaltar: con frecuencia hablamos de la “brecha digital” que, efectivamente, es un riesgo crucial para el futuro de nuestras sociedades. Sin embargo, no prestamos la misma atención a un desfase que a mi me parece todavía más importante: la tecnología cambia más rápidamente, mucho más rápidamente, que la política.

Habrá quien piense que esto no supone una novedad y, probablemente, tenga razón. Pero lo importante es que ahora, la revolución tecnológica que vivimos y protagonizamos, que nos ha traído aquí, puede dar lugar a un gran avance político.

Porque, para un demócrata, las redes deben ser mucho más que nuevos canales de comunicación, tienen que ser nuevos espacios de participación.

La historia ha demostrado que a mayor participación, mayores son las probabilidades de progreso para todas y para todos.

Será el futuro quien diga si fuimos capaces de poner las redes al servicio de nuestra democracia.

Podremos lograrlo si somos capaces de seguir celebrando encuentros como este, en el que todas y todos podemos perfeccionar el uso que hacemos de las herramientas.

Fracasaremos si caemos en el error de confundir las herramientas con el objetivo.

Porque es importante, claro que es importante, saber manejar herramientas como los rss, menamé, flicker, atom, technorati, etcétera.

Pero nada hay más importante que la palabra.

Fue la palabra, fue el compromiso, lo que nos hizo abrir un blog y escribir nuestro primer post.

De entonces a ahora, hemos escrito mucho, pero también hemos aprendido que si el objetivo es la democracia, el riesgo es la tecnocracia.

Los tecnócratas no buscan el bien común, persiguen su beneficio y el de los suyos. Por eso son antipolíticos, por eso recurren a una forma de violencia sútil pero eficaz: su herramienta, su arma es el lenguaje.

Manejan un lenguaje propio, de casta, con el que pretenden legitimar su espacio de poder. Para ellos lo importante no es la palabra, sino su diccionario.

Su diccionario… Cortázar dijo que los diccionarios son los cementerios de las palabras. Pero hay diccionarios, como el diccionario de los “tecnochachis” que fueron construidos para desterrar las ideas y desincentivar los compromisos.

A los tecnócratas no les gusta el diálogo, no quieren debatir, quieren competir. Competir, pero con sus reglas.

Los tecnócratas compiten por un puesto en el podium, los demócratas trabajan para que todo el mundo pueda participar. Hablar, escuchar, pensar, transformar.

¿Debemos estar preocupados? No, no lo creo. Yo soy militante socialista, yo pertenezco a un partido político centenario, en el que las personas que sabían leer y escribir, enseñaban a leer y a escribir a los jornaleros y a las criadas por la noche.

Eso es algo que ha sucedido en este país. Eso es algo que tiene que pasar mañana, que está pasando aquí y ahora.

Por eso mi esperanza, es más que esperanza, es confianza. Porque tengo la seguridad de que por cada tecnócrata, siempre habrá alguien dispuesto a enseñar gratuitamente cómo se utilizan las herramientas de nuestro tiempo.

Por eso estas jornadas son importantes, porque suponen un antídoto ante la lógica de los tecnócratas. Porque están ideadas, impulsadas y organizadas por gente que conoce las herramientas, que domina su lenguaje, su técnica, pero que además son ciudadanos comprometidos, que están dispuestos a repartir su saber sin interés alguno o, mejor dicho, por el interés de todos, por el bien común.

Activistas que emprender proyectos, que siembran redes, que por ejemplo dominan technorati, un sistema matemático en el que se puntúa a cada blog en función del número de sitios que le enlazan.

Pero activistas que se miden a sí mismos de otra manera, con una matemática que no existe, con una especie de “democrati”, un sistema imposible en el que puntua más quien haya sido capaz de convencer a más personas sobre la importancia de tener un blog, de disponer de un espacio personal con mirada global.

Un sistema en el que se contabilizasen las horas dedicadas a la noble tarea de compartir el conocimiento.

Una herramienta inútil, pero hermosa, que no nos hace falta, que no concuerda con nuestro objetivo de abrir nuevos cauces a la palabra, A la nuestra y a la de los demás.

A lo largo de mi vida, he participado en todo tipo de iniciativas en la red. Pero esta, estas jornadas, se encuentran entre las más capacitadas para transformar una idea que tiene potencial en una realidad potente, poderosa.

El valor de estas jornadas reside en su pluralidad, en la capacidad de sumar que late en este edificio, pero también en su honestidad. Aquí no se venden certidumbres.

Aquí se está reconociendo que sobre el futuro es más lo que desconocemos que lo que conocemos.

Aquí no se imponen verdades, pero se socializan saberes e intuiciones.

Creo que no dejarán huella quienes piensen en la red en términos de monopolio, quienes crean que la dominación es posible en un espacio tan horizontal como este.

Creo que no dejarán huella quienes emprendan acciones artificiales, que no broten del compromiso, del hambre de transformación política y social.

Creo que no dejarán huella quienes aspiren a reproducir en la red los modelos jerárquicos de otras organizaciones.

Pero tengo esperanza, una gran confianza en el cambio. Creo que las redes acabarán generando una nueva forma de hacer política, más abierta, más diversa, más democrática.

Por eso es tan importante seguir probando combinaciones de ingredientes, tratando de armonizar el ritmo tecnológico con el tiempo político.

Quiero terminar con una invitación. Estas jornadas, todos lo estamos viendo, están siendo un éxito. Ahora nos toca hacer de ellas un triunfo.

Cada uno de nosotros y nosotras tiene que salir de aquí pensando en sumar compromisos y palabras, en emprender iniciativas, en sembrar nuevas redes.

Hay que salir de aquí pensando en que no basta con saber cómo hay que hacerlo, hay que hacerlo. Porque cuando se puede, se debe. Ánimo y a trabajar.

Muchas gracias".

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