02 abril 2008

El profesor del deseo

"Me encanta enseñar literatura. Pocas veces me siento tan feliz y contento como cuando estoy aquí con mis páginas de anotaciones y mis textos llenos de marcas y con personas como ustedes. En mi opinión no hay nada que pueda compararse con un aula. A veces, en mitad de un intercambio verbal -digamos, por ejemplo, cuando uno de Ustedes acaba de penetrar, con una sola frase, hasta lo más profundo de un libro-, me viene el impulso de exclamar: "¡graben esto a fuego en sus memorias!". Porque una vez que salgan de aquí, raro será que alguien les hable o los escuche del modo en que ahora se hablan y se escuchan entre ustedes, incluyéndome a mí, en esta habitación luminosa y yerma. Ni es tampoco muy probable que encuentren fácilmente en algún otro sitio la oportunidad de expresarse sin vergüenza sobre lo que más importaba a hombres tan en buena sintonía con la lucha por la vida Tolstoi, Mann y Flaubert. Dudo que se hagan ustedes una idea de hasta que punto resulta emocionante oírles hablar, muy en serio y muy sensatamente, sobre la soledad, la enfermedad, la añoranza, el quebranto, el sufrimiento, el desengaño, la esperanza, la pasión el amor, el terror, la corrupción, las calamidades y la muerte... Y es emocionante porque tienen ustedes diecinueve o veinte años, proceden en su mayor parte de confortables hogares de clase media y aún no guardan en sus carpetas muchas experiencias de las que provocan debilidad; pero también porque, sorprendentemente, lamentablemente, esta puede ser la última oportunidad que tengan de reflejar de un modo continuado y serio las fuerzas implacables a que pasado el tiempo habrán de enfrentarse, quiéranlo o no".

Palabras de Philip Roth en "El profesor del deseo".
Escrito mientras escuchaba "River Man" de Nick Drake

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