20 noviembre 2008

Aznar, lo que debemos a Bush

El artículo del expresidente Aznar publicado en Le Figaro el 14 de noviembre bajo el título "Lo que debemos a Bush" tenía una intención clara: arrojar ruido sobre la Cumbre del G20 que se celebraba en Washington ese fin de semana. Puesto que no sólo somos dueños de lo que decimos, sino también de cuando lo decimos, he querido esperar unos días para responder a ese texto. 

Justo después del artículo mencionado, leí uno de Stiglitz titulado "Los siete déficits mortales", es verdad que no aborda todas las cuestiones –Guantánamo, por ejemplo-, pero el premio nobel de economía ofrece un enfoque que me gustó. A continuación algunos extractos:

"Consideremos los sietes déficit que la administración Bush nos deja en herencia:

El déficit de valores. Una de las fuerzas de América es su diversidad, siempre ha habido diversidad de opiniones, incluso en nuestros principios fundamentales: inocente hasta que se demuestre lo contrario, el habeas corpus, el estado de derecho. Pensábamos que los que estaban en desacuerdo con estos principios eran una minoría, fácil de ignorar. Ahora hemos aprendido que la minoría no es tan pequeña e incluye en sus rangos al Presidente y líderes de su partido. Y esta división de valores no podría haber llegado en un peor momento. Darnos cuenta de que tenemos menos en común menos de que lo pensamos puede dificultar la resolución de los problemas que tenemos que encarar juntos.

El déficit del climaCon la ayuda de cómplices corporativos como Exxon Mobil, Bush intentó convencer a los americanos que el calentamiento global era una ficción. No lo es, incluso la administración ha tenido que admitirlo. Pero durante ocho años no hemos hecho nada y América contamina más que nunca; es un retraso que nos costará caro.

El déficit de la igualdadEn el pasado, aunque los de abajo veían poco o nada de las ganancias de la expansión económica, se consideraba que la vida era una tómbola justa. Historias de personas que se hicieron a sí mismas forman parte del sentido de identidad de América. […] La movilidad social se está entorpeciendo. Las divisiones crecientes en ingresos y riquezas se agudizan por un código fiscal que premia a los que se han aprovechado de las oportunidades de la globalización […]

El déficit de la responsabilidad. Los magnates de las finanzas americanas justificaron sus compensaciones astronómicas por su ingenio y sus grandes beneficios que supuestamente regalaban al país. Ahora los emperadores han demostrado que están desnudos. No sabían cómo gestionar los riesgos, más bien sus acciones exacerbaron el riesgo. El capital no se destinó bien, se gastaron mal centenares de billones de dólares, un nivel de ineficacia mucho mayor del que la gente atribuye normalmente al gobierno. Y sin embargo los magnates se salvaron con centenares de millones de dólares mientras los contribuyentes y la economía en su conjunto, tuvieron que pagar la cuenta.

El déficit comercial. En la última década, la nación ha pedido prestado masivamente a los demás países; sólo en 2007 unos 739 billones de dólares. Y es fácil ver cómo: con el gobierno acumulando deudas millonarias y el ahorro de las familias casi nulo, no había a quién pedir prestado. América ha estado viviendo de dinero y tiempo prestado, y el día de rendir cuentas ha llegado. Antes sermoneábamos a los demás sobre qué significada una buena política económica. Ahora se ríen a nuestras espaldas e incluso a veces nos sermonean. Hemos tenido que ir a pedir limosnas a los fondos soberanos de inversión, el exceso de riquezas que otros gobiernos han acumulado y pueden invertir fuera de nuestras fronteras. Nos incomoda la idea de nuestro gobierno gestionando un banco. Pero parece que aceptamos la idea de que los gobiernos extranjeros tengan una parte importante en algunos de nuestros bancos nacionales más emblemáticos o instituciones importantes para nuestra economía […]

El déficit presupuestario. Gracias en parte al gasto militar descontrolado, en sólo ocho cortos años nuestra deuda nacional se ha incrementado dos tercios, de 5.7 trillones de dólares a más de 9.5 trillones. Pero por muy dramáticas que sean estas cifras, son un eufemismo del problema. Muchas de las facturas de la guerra en Irak, incluyendo el gasto en ayudas para los veteranos heridos, aún no han llegado a su tope, puesto que podrían representar más de 600 billones de dólares. El déficit federal este año añadirá sin lugar a dudas otro medio trillón de la deuda nacional. Y todo ello antes de tener que pagar la Seguridad Social y las facturas de Medicare a los niños del "baby-boom".

El déficit de inversión. La contabilidad gubernamental es distinta de la del sector privado. Una empresa que pide prestado para una buena inversión, verá cómo mejoran sus resultados y se aplaudirá a sus líderes. Pero en el sector público, no hay balance financiero y como resultado de ello, demasiados de nosotros enfocamos demasiado estrechamente el déficit. En realidad, las inversiones gubernamentales sabias recaudan beneficios mucho más altos que el tipo de interés que el gobierno paga en su deuda; a largo plazo, las inversiones ayudan a reducir los déficits. Reducirlas es economizar en cosas importantes y derrochar en nimiedades, como lo demostraron los diques de Nueva Orleáns o el puente de Minneapolis.

Hay dos hipótesis (aparte de la incompetencia pura y dura) del por qué los republicanos prestaron tan poca atención al déficit presupuestario creciente. La primera es que simplemente confiaron en la economía de la oferta, creyendo que, de alguna manera, la economía crecería mejor con menos impuestos y que el déficit sería efímero. Se ha demostrado que esta idea es una fantasía. La segunda teoría es que dejando que el déficit se expandiera, Bush y sus acólitos esperaban forzar la reducción del tamaño del gobierno […]

Las leyes de la naturaleza y las leyes de la economía no perdonan. Podemos abusar del medioambiente pero sólo durante un tiempo. Podemos gastar más de lo que ganamos, pero sólo durante un tiempo. Podemos aprovecharnos de las inversiones hechas en el pasado pero sólo durante un tiempo […]”

Fotograma del post "El señor de la guerra"

Escrito mientras escuchaba "I put a spell on you" de la más grande entre las grandes: Nina Simone.


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