la nueva musa
Escribir tambien es acariciar un cuerpo que surge, que va brotando mas de la mirada que de la tinta, mas de cuando en el silencio la semilla. Es la cintura y el pelo, la brevedad, una sonrisa, el brillo de unos labios. La conversacion improbable, el beso imposible. Y los ojos; Que se me escapa la vida ya lo se, que hay punzada en esa fuga, en las manos, en los gestos...; y sin embargo escribir. Escribir como para echar las redes con la remota esperanza de que algo quede aunque apenas sea una mancha negra sobre blanco. Escribir como por valentia, por un heroismo sin ruido, sin testigos, un desafio intimo, secreto. No por nada, por nada util sino al contrario. Es mas bien una renidicion ante lo que hay de prescindible en la fugacidad, en tu presencia, en este dia de agosto y en la vida. En todas las vidas. Escribir por escribir por el placer de buscar entre los resquicios de una caligrafia prohibida, perdida, imprecisa, marchita, ingravida, sutil, quebrada, delicada, desconocida, deseada, perseguida, inacabada.
Escribir para fracasar, para volver a errar en el calculo y otra pobre aproximacion a las leyes astronomicas no descubiertas, a los trazos de las orbitas menos sospechadas. Transitar a la sombra de los pliegues de las dimensiones ignoradas. Algo asi, supongo. Una suerte de inercias ciclicas, de rizos, de espirales, como ahora sobre tus hombros, ante los multiples matices de una piel, de una perfumada constelacion de estrellas y lunares.
Dejame que te mire ahora que no te sabes observada. Dejame sin resguardo, al amparo de una nueva geometria ahora que hasta la lluvia suspenidad sobre si misma porque tu respiras y el naufragio es dulce. Robame, toma todo el aliento que necesito y respira. Sonrie sin saber quien soy, sin llegar a mirarme, sin atreverte a pensar que poblare tu otra desnudez. Acerca la mano a la pulsera antigua y juega, despierta otro millar e destellos y ocasos, de luciernagas y eclipses. Deshilacha con la punta de los dedos este aire; Enhebra la llegada de un tiempo venidero, cercano, inevitable. Todo el pasado al pasado y el futuro por estrenar. Sin mapas, sin brujulas, sin tierra posible a la vista. Solo la plata de tus pendientes baliando sobre una almohada de alquiler. Ocurrira. Lo sabes.
Podria ser ahora, si. Eleva la mirada. Comienza de la mejor manera: pideme fuego. Exactamente asi, diciendo adios a todos los miedos.
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