el pesimismo nada a contracorriente
Tras la derrota del neoliberalismo salvaje, de la falta de control y regulación internacional, el Partido Popular optó por la sedación política y por el vértigo emocional. Mientras tanto, el Gobierno decidió centrar el grueso de los esfuerzos en dos frentes: medidas paliativas para los más afectados y reorientación de nuestro modelo productivo con una potente inversión pública. Ni un un recorte social. Es la receta socialdemócrata, y el modo en que se ha administrado durante estos meses cierra una indiscutible muestra de lealtad con a las necesidades y demandas de la mayoría ciudadana. Mientras más arreciaba la tormenta, se mantenía la buena valoración del Gobierno entre los votantes progresistas.
A partir de ahora el pesimismo, más que nunca, nada a contracorriente. Al Partido popular se le estrecharán, día a día, los márgenes para gestionar el malestar. Podrá volver a insistir en intentar abrir crisis institucionales. Fracasará. Podrá apelar a la necesidad de recortar el gasto público. Y fracasará, porque las cifras y los hechos alimentarán la intución generalizada de que nuestra economía no está en la planta de urgencias sino en rehabilitación, progresando adecuademente, sin las secuelas sociales que dejan tras de sí las tijeras del Partido Popular, sin haber dejado a nadie atrás.
Ha pasado lo peor, pero siempre se resiste mejor al principio que al final. También nuestra generación asume ahora la responsabilidad de contribuir al impulso de la sociedad: la solidaridad social se asienta sobre la coherencia personal. Una suma.
Imagen del post: "same tittle".
Escrito mientras escuchaba a Erykah Badu cantando: "in love with you"