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Durante los dos últimos años, España ha crecido más que Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido e Italia
El PIB español crece al 4%, por encima de la media de la Zona Euro y del Reino Unido, Japón y Estados Unidos
España fue en 2006, el país que más empleo creó del mundo en términos absolutos detrás de EEUU, que tiene una población 7 veces superior a la española.
El 40% de los nuevos empleos de la Zona Euro se crearon en nuestro país
Mientras tanto leo a Zaplana: "España podía soportar una legislatura de Rodríguez Zapatero, pero sinceramente yo creo que este país, que es fuerte, no puede soportar dos legislaturas de Zapatero”.
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"Hace tres años, Madrid era la Capital Moral de Europa. Porque doloridos, compartiendo la misma pena, llorando a nuestros muertos, dijimos otra vez, alto y claro, no a la guerra y votamos a quienes con nosotros se oponían a la violencia como solución de conflictos.
Hoy también Madrid sigue siendo una capital moral, porque, guiados por las mejores razones, uniendo nuestras voces a otras que el mundo dicen que masacrar no es el camino, volvemos a salir a la calle a gritar el mandamiento que los humanos nos damos a los humanos: No a la guerra.
Hace cuatro años Bush, Blair y Aznar se hicieron la foto de la infamia. Fue en las Azores. Entonces, como controlaban medios y voluntades, lanzaron al mundo la mentira hipócrita de sus privados intereses: dijeron que iban a salvar al mundo, impusieron una guerra preventiva, prometieron la hazaña de destruir armas inexistentes? Para que los tres de la foto reconsideraran sus viles intenciones no fue suficiente ni el clamor de la gente de de buena voluntad, ni la desautorización de las organizaciones internacionales, que declararon ilegal, inmoral e injusta esta guerra. Ellos, los nuevos supermanes que pretender volar más rápido que la razón y la ética, decidieron mandar hombres, aviones, barcos y bombas para matar personas y arrasar Irak, sin darse cuenta de que estaban demoliendo las bases de nuestra propia civilización.
Y murieron niños que eran “víctimas colaterales” que nos rompían el alma a los que decimos NO a la guerra. Y murieron hombres y mujeres que iban a trabajar y tenían sueños. Y destruyeron calles, casas, conductos de agua y de luz, panaderías y consultorios médicos. Destruyeron y siguen destruyendo cada día la tierra que aman los iraquíes y que respetamos quienes tenemos el respeto como norma de vida. Sigue habiendo guerra en Irak, siguen bombardeando, siguen experimentando en cuerpos humanos la capacidad destructiva de sus ingenios de alta tecnología. Por eso estamos aquí: porque la guerra no ha terminado. Y para exigir que, si no pueden restituir la vida de los muertos, de cientos de miles de muertos, que los tres de la foto y sus feroces seguidores nos pidan perdón a las víctimas, a todas las víctimas.
Que se vayan del infierno que han creado en Irak como decentemente hizo España, dando un ejemplo moral. Pero que antes de irse, recojan la basura que han esparcido, dejen el petróleo y los intereses acumulados, vuelvan a sembrar las palmeras que arrasaron junto a las casas, las fotos de familia y los juguetes de los niños. Y ya que no dejarán en ese país el recuerdo de una sonrisa, que dejen al menos un pésame. Que todavía no lo han dado, aunque dar el pésame es una norma en todas las civilizaciones. Que se vayan pidiendo perdón. Que se vayan.
Decimos No a la guerra en Madrid, que es también hoy capital moral de Europa. Y estamos aquí, ciudadanos de distintos países y de distintas culturas, junto a nuestros muertos, junto a nuestros hijos. Porque cada víctima de la barbarie terrorista es hijo nuestro: cada muerto, sea en Irak, sea en Madrid, sea en Euskadi es nuestro dolor. Todos los asesinados, se llaman Miguel Ángel Blanco, Ernest Lluch, Daniel Manjón, Oscar, Carlos Alonso Palate, Diego Astasio, José Couso, Mohamet, Abdel, Afif, Asad, Aimám, Faisal, Jamil, Faruq? representan todos los nombres. Todos son nuestros muertos, y aquí juntos expresamos el mismo dolor y la misma pena. Decimos aquí, ante el monumento en homenaje a los asesinados en Madrid, “daños colaterales” para algunos cínicos con poder, que estos hijos nuestros que murieron hace tres años siguen muriendo cada día mientras no acabe la guerra de Irak, mientras no se renuncie a la violencia inmoral e ilegal como medio o solución. No, señor Bush, no señor Blair, no, señor Aznar-Rajoy: les decimos hoy, ante nuestros muertos, que son todos los muertos, que aprendan de sus errores, que aprendan de nosotros y que pidan perdón.
Les decimos que la humanidad vale más que sus palabras, que no sigan aumentando el terrorismo en el mundo. Que cierren Guantánamo y que lloren cada tarde por el dolor que han sembrado. Que lloren como lloramos nosotros cada mañana, cuando oímos el número de muertos de cada día. Que a ustedes les atribuimos, señores de la Azores, señores de Guantánamo, señores de la guerra.
Cuatro años después del primer día, tres años después del atentado de Madrid, mientras la guerra continúe, mientras la razón humana siga sin prevalecer, mientras los principios morales se ignoren y la miseria permanezca, nosotros, desde aquí, desde Atocha, reclamamos que acabe la guerra. Exigimos que Naciones Unidas responda a su carta fundacional. Exigimos el diálogo, la negociación y el pensamiento como fórmulas de resolución de conflictos. Exigimos que usen la razón ante la adversidad. Exigimos la paz para poder vivir humanamente todos, en una tierra que a todos nos pertenece.
Desde Madrid, capital del dolor, pero también moral, decimos, con toda la razón ética, con la satisfacción del deber cumplido, porque España se fue, con la solidaridad tantas veces expresada y con el orgullo de sabernos los mejores, desde Madrid, hoy, 17 de marzo de 2007 decimos NO A LA GUERRA. Y no nos moverán de esta posición. No nos moverán: NO A LA GUERRA. NO A LA GUERRA".
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Pertenezco a la primera generación de españoles que ha vivido siempre en paz y democracia.
Crecimos bajo el peso de una etiqueta sociológica injusta, como todas. De nosotras y nosotros se decía que éramos la “generación X”, se dijo que éramos egoístas, apáticos, que no nos interesaba el bien común. Pero sin hacer ruido fuimos capaces de romper esa losa.
Fue un logro por acumulación, una conquista lenta y tranquila que se inició bajo el lema de “otro mundo es posible”, continuó con la ejemplar movilización por el desastre del Prestige, y creció definitivamente en torno al “No a la guerra”. Con ese equipaje llegamos a los días previos a las últimas elecciones generales.
El 14 de marzo de 2004 se evidenció que políticamente somos hijos de la Constitución, pero que tecnológicamente somos los “hermanos spectrum”. La generación de los ordenadores personales, de los teléfonos móviles y de Internet.
Es una buena mezcla, sin duda. Un mezcla con potencial, ahora toca hacerla potente, poderosa. Ese es el principal reto que, a mi juicio, tiene nuestra generación por delante.
No. No serán otros quienes escriban nuestra historia, seremos nosotras y nosotros. Será nuestra aventura, una aventura para la que no tenemos ningún mapa del tesoro. Por eso resulta apasionante.
Por eso tendremos que afrontar el futuro como pioneros, como alquimistas, probando combinaciones de ingredientes, buscando la armonía entre ritmos diferentes.
Porque cada cosa tiene su ritmo, y el ritmo tecnológico es muy distinto del político. Nuestro país es un claro ejemplo:
Durante las tres últimas décadas, la evolución española en el ámbito de la tecnología ha sido continua y exponencial; mientras que, políticamente, apenas hemos vivido dos grandes saltos: la modernización impulsada por Felipe González, y el proceso democratizador que encarna José Luís Rodríguez Zapatero.
Esa es la primera cuestión que quiero resaltar: con frecuencia hablamos de la “brecha digital” que, efectivamente, es un riesgo crucial para el futuro de nuestras sociedades. Sin embargo, no prestamos la misma atención a un desfase que a mi me parece todavía más importante: la tecnología cambia más rápidamente, mucho más rápidamente, que la política.
Habrá quien piense que esto no supone una novedad y, probablemente, tenga razón. Pero lo importante es que ahora, la revolución tecnológica que vivimos y protagonizamos, que nos ha traído aquí, puede dar lugar a un gran avance político.
Porque, para un demócrata, las redes deben ser mucho más que nuevos canales de comunicación, tienen que ser nuevos espacios de participación.
La historia ha demostrado que a mayor participación, mayores son las probabilidades de progreso para todas y para todos.
Será el futuro quien diga si fuimos capaces de poner las redes al servicio de nuestra democracia.
Podremos lograrlo si somos capaces de seguir celebrando encuentros como este, en el que todas y todos podemos perfeccionar el uso que hacemos de las herramientas.
Fracasaremos si caemos en el error de confundir las herramientas con el objetivo.
Porque es importante, claro que es importante, saber manejar herramientas como los rss, menamé, flicker, atom, technorati, etcétera.
Pero nada hay más importante que la palabra.
Fue la palabra, fue el compromiso, lo que nos hizo abrir un blog y escribir nuestro primer post.
De entonces a ahora, hemos escrito mucho, pero también hemos aprendido que si el objetivo es la democracia, el riesgo es la tecnocracia.
Los tecnócratas no buscan el bien común, persiguen su beneficio y el de los suyos. Por eso son antipolíticos, por eso recurren a una forma de violencia sútil pero eficaz: su herramienta, su arma es el lenguaje.
Manejan un lenguaje propio, de casta, con el que pretenden legitimar su espacio de poder. Para ellos lo importante no es la palabra, sino su diccionario.
Su diccionario… Cortázar dijo que los diccionarios son los cementerios de las palabras. Pero hay diccionarios, como el diccionario de los “tecnochachis” que fueron construidos para desterrar las ideas y desincentivar los compromisos.
A los tecnócratas no les gusta el diálogo, no quieren debatir, quieren competir. Competir, pero con sus reglas.
Los tecnócratas compiten por un puesto en el podium, los demócratas trabajan para que todo el mundo pueda participar. Hablar, escuchar, pensar, transformar.
¿Debemos estar preocupados? No, no lo creo. Yo soy militante socialista, yo pertenezco a un partido político centenario, en el que las personas que sabían leer y escribir, enseñaban a leer y a escribir a los jornaleros y a las criadas por la noche.
Eso es algo que ha sucedido en este país. Eso es algo que tiene que pasar mañana, que está pasando aquí y ahora.
Por eso mi esperanza, es más que esperanza, es confianza. Porque tengo la seguridad de que por cada tecnócrata, siempre habrá alguien dispuesto a enseñar gratuitamente cómo se utilizan las herramientas de nuestro tiempo.
Activistas que emprender proyectos, que siembran redes, que por ejemplo dominan technorati, un sistema matemático en el que se puntúa a cada blog en función del número de sitios que le enlazan.
Pero activistas que se miden a sí mismos de otra manera, con una matemática que no existe, con una especie de “democrati”, un sistema imposible en el que puntua más quien haya sido capaz de convencer a más personas sobre la importancia de tener un blog, de disponer de un espacio personal con mirada global.
Un sistema en el que se contabilizasen las horas dedicadas a la noble tarea de compartir el conocimiento.
Una herramienta inútil, pero hermosa, que no nos hace falta, que no concuerda con nuestro objetivo de abrir nuevos cauces a la palabra, A la nuestra y a la de los demás.
A lo largo de mi vida, he participado en todo tipo de iniciativas en la red. Pero esta, estas jornadas, se encuentran entre las más capacitadas para transformar una idea que tiene potencial en una realidad potente, poderosa.
El valor de estas jornadas reside en su pluralidad, en la capacidad de sumar que late en este edificio, pero también en su honestidad. Aquí no se venden certidumbres.
Aquí se está reconociendo que sobre el futuro es más lo que desconocemos que lo que conocemos.
Aquí no se imponen verdades, pero se socializan saberes e intuiciones.
Creo que no dejarán huella quienes piensen en la red en términos de monopolio, quienes crean que la dominación es posible en un espacio tan horizontal como este.
Creo que no dejarán huella quienes emprendan acciones artificiales, que no broten del compromiso, del hambre de transformación política y social.
Creo que no dejarán huella quienes aspiren a reproducir en la red los modelos jerárquicos de otras organizaciones.
Pero tengo esperanza, una gran confianza en el cambio. Creo que las redes acabarán generando una nueva forma de hacer política, más abierta, más diversa, más democrática.
Por eso es tan importante seguir probando combinaciones de ingredientes, tratando de armonizar el ritmo tecnológico con el tiempo político.
Quiero terminar con una invitación. Estas jornadas, todos lo estamos viendo, están siendo un éxito. Ahora nos toca hacer de ellas un triunfo.
Cada uno de nosotros y nosotras tiene que salir de aquí pensando en sumar compromisos y palabras, en emprender iniciativas, en sembrar nuevas redes.
Hay que salir de aquí pensando en que no basta con saber cómo hay que hacerlo, hay que hacerlo. Porque cuando se puede, se debe. Ánimo y a trabajar.
Muchas gracias".
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