Extracto del discurso que pronunció el candidato a la presidencia de los Estados Unidos Barack Obama -17 septiembre 2007-:
"En los últimos años, hemos asistido a una erosión peligrosa de las reglas y principios que han hecho que nuestro mercado funcione y nuestra economía prospere. En vez de pensar en lo que es bueno para América o lo que es bueno para el negocio, se ha instalado en algunos despachos de Washington y del mundo empresarial una mentalidad que considera que "lo que es bueno para mí, es suficiente" [...]
En el mundo empresarial, esta mentalidad considera que los conflictos de interés son una oportunidad para el beneficio. Por eso optan por la solución más fácil sin tomar en cuenta las consecuencias a largo plazo para el sistema financiero y la economía. Y aunque esto pueda beneficiar a los que están dispuestos a sobrepasar los límites, no beneficia a América y no beneficia al mercado. Producir dinero no es siempre bueno para los negocios [...]
Son prácticas ruinosas e improductivas que van en contra del mercado, de los negocios y de la propia ética del capitalismo. Benefician a unos cuantos en detrimento de los americanos trabajadores y de los empresarios que si respetan las reglas del juego [...]
De hecho, lo peligroso de esta mentalidad no sólo es que ofende nuestra moralidad sino que hace peligrar nuestros mercados. Los mercados no pueden prosperan sin la confianza de los inversores y del público. [...] Si la información es falsa, si hay fraude o si los riesgos a los que se enfrentan las instituciones financieras no son completamente expuestos, las personas dejan de invertir porque temen que se les está defraudando [...]
Lo comprobamos con la explosión de las empresas "punto com" en los 90, cuando los conflictos de interés entre los analistas de inversiones - que supuestamente aconsejaban a los inversores - y los bancos que les empleaban llevaron a que los inversores dudasen de los mercados en general.
Lo comprobamos con los escándalos de Enron y de WorldCom, cuando empresas públicas importantes inflaron artificialmente sus ganancias para tapar sus pérdidas y por otro lado maquillaban su contabilidad para que sus beneficios parecieran mayores – una práctica que llevó a que los inversores cuestionaran los resultados financieros de todas las empresas-.
Y hoy vemos cómo estas prácticas se repiten en la crisis de los préstamos hipotecarios de alto riesgo. Los préstamos hipotecarios de alto riesgo parecían una buena idea en un principio: ayudar a que los americanos puedan comprar casas que no se podían comprar anteriormente.
Las instituciones financieras crearon nuevos instrumentos financieros que asegurarían estos préstamos, dividiéndoles en categorías de riesgos y repartiéndoles entre inversores por el país y por el mundo. En teoría, esto hubiera tenido que permitir que los créditos hipotecarios fueran menos arriesgados y más diversificados.
Pero cuando algunos prestamistas y corredores de bolsa empezaron a vislumbrar cuanto dinero podrían ganar, empezaron a rebajar el listón. Algunos tasadores empezaron a inflar sus estimaciones para hacer tratos. Algunos prestatarios empezaron a declarar ingresos que no tenían sólo para recibir los préstamos y algunos llevaron a cabo especulaciones irresponsables. Pero muchos prestatarios fueron engañados por la letra pequeña. Y las agencias de calificación crediticia empezaron a evaluar muchos de esos préstamos como si fuesen de bajo riesgo, aunque eran de alto riesgo.
Casi todo el mundo sabía que muchas de esas operaciones eran demasiado buenas para ser ciertas pero ante la cantidad de dinero que se podía ganar era fácil mirar hacia otro lado [...]
Ahora las consecuencias están claras: casi 2,5 millones de propietarios podrían perder sus casas. Otros tantos millones que no tenían nada que ver con todo eso podrían ver disminuir el valor de su casa – algunas estimaciones proyectan que se perderán unos 164,000 millones de dólares en valor inmobiliario-. El coste previsto para inversores será de casi 150,000 millones de dólares en el mundo entero. Y el impacto en el mercado inmobiliario y en la economía en su conjunto ha sido tan grande que algunos economistas predicen ahora una posible recesión – una previsión que muchos esperamos que no ocurra- [...]
Creo que tenemos que dar varios pasos para que podamos prevenir otras crisis de este tipo en el futuro y para restaurar una parte de la confianza del público en los mercados:
Primero, necesitamos más información y rendimiento de cuentas en el mercado inmobiliario [...]
Segundo, creo que si queremos restablecer la confianza en los mercados, tenemos que poder confiar en el juicio de nuestras agencias de calificación crediticia. [...]
Tercero, tenemos que investigar otros sectores del mercado que carecen de transparencia y podrían llevar a problemas similares [...]
Finalmente, no me corresponde comentar las acciones de la Reserva Federal pero he oído a muchos de vosotros decir que estáis esperando un recorte en los tipos de interés para aliviar la situación. Pero también sé que hay casi 2,5 millones de americanos que podrían perder sus casas, pase lo que pase mañana. Y por ello pido a las instituciones hipotecarias que muestren un poco de flexibilidad para la gente que está intentando vender o refinanciar su casa. Tienen el mismo problema de liquidez que las empresas, pero no tiene los mismos recursos para protegerse.
Ahora bien, aparte de estas medidas inmediatas, creo que tenemos que aprender también una lección que de esta crisis hipotecaria. En esta economía moderna e interconectada, no hay una línea que separe Wall Street del resto de las calles. Las decisiones que se tomen en las empresas de capital riesgo de Nueva York importan y tienen consecuencias para millones de americanos, por todo el país"